Allá por 2004, Gerardo Buganza fue la comidilla y motivo de burla por haber dicho Landero y de Coss, en lugar de Landero y Coss.
Pero antes, ya nos habíamos mofado de Patricio Chirinos cuando no pudo pronunciar Tlalnelhuayocan y Papaloapan. El nacido en Tamuín, San Luis Potosí, pero que falsificó un acta para a chaleco ser veracruzano (¿dónde hemos visto eso?) tenía un problema de índole fisiológico, algo parecido a la dislexia que le impedía articular ciertas palabras. Por eso es que el amigo de Carlos Salinas procuraba no hablar mucho en público y mucho menos acudir a entrevistas de radio y televisión.
Esto viene a propósito, porque la zacatecana Rocío Nahle no pudo pronunciar en estos días Yecuatla, a lo que un veracruzano pacientemente le ayudó a deletrear la palabra.
Pero en el afán de querer decir bien el nombre del municipio enclavado en la sierra de Misantla, a la ex secretaria de Energía le salió un acento muy raro, tirando a casi inglés americano.
Por supuesto que este tropiezo de la que se dice “veracruzana”, no pasó desapercibido para los internautas que literalmente se la acabaron en las redes.
Esta regada de tepache confirma -entre otras tantas razones- que para realmente ser veracruzano o veracruzana se necesita una poca de gracia y otra cosita. ¿Verdad, Rocío? (En Corto / José Ortiz)