A dos días del impacto del huracán “Otis”, en el puerto priva el desorden por la falta de agua, luz y telefonía; crecen los saqueos en prácticamente todos los comercios de la costera y la incertidumbre por el desabasto de insumos entre pobladores y turistas varados.
Era evidente que las autoridades de todos los niveles estaban rebasadas. Muchos saqueos ocurrieron mientras soldados barrían o escombraban destrozos.
Apenas ayer se anunció el envío de mil 300 guardias nacionales y 10 mil efectivos militares para atender la contingencia.
Juan Manuel Vargas, abogado de 66 años, chilango y asiduo visitante de Acapulco, aseguró que a pesar de que ahuyentó a unos jóvenes que pretendían robarle partes de su auto, no se percató que le sustrajeron gasolina.
Sobre la costera no hubo una tienda de conveniencia que no fuera saqueada, tampoco se salvaron grandes almacenes, agencias de autos y una empresa de paquetería de donde no sólo sustrajeron los envíos, sino también la gasolina de las camionetas repartidoras y las baterías.
A un costado del Parque Papagayo, sobre la Avenida Cuauhtémoc, lucían derribados postes de luz. Ramas de árboles obstruían el paso y también las láminas que volaron de techos cercanos.
Los automovilistas maniobraban para esquivarlos, convertían una vía en dos sentidos, se daban vuelta en retornos inexistentes y entre ellos se preguntaban si tal o cual arteria estaba libre.
En el caso de la carretera libre Acapulco-Chilpancingo se reportaban retenes de pobladores, que amenazaban a automovilistas y restringían el paso.
Isabel López, una vecina porteña, hizo notar que no se veía a ninguna autoridad.
“Aquí no hay autoridad, no sabemos nada de la Alcaldesa Abelina López, ni de la Gobernadora (Evelyn Salgado). ¿Dónde están? ¿Por qué nadie responde por todo este caos?”, reclamó Isabel.
No se veía ni personal de limpia retirando árboles caídos; ni trabajadores de Protección Civil supervisando estructuras, ni oficiales dirigiendo el tránsito.