José Ortiz Medina
David Varona fue un personaje polémico, totalmente fuera de serie.
Fundó el diario La Gazeta, en las faldas del cerro Macuiltépec, en la década de los 80’s.
Generoso, pagaba muy bien a sus columnistas. Con frecuencia organizaba comilonas en restaurantes con sus colaboradores. No escatimaba en gastos, por lo que sobre la mesa siempre había lo mejor de lo mejor. Eran los tiempos de la abundancia y de las vacas gordas.
Confrontado con Dante Delgado Rannauro, un día sí y otro también, en La Gazeta le dedicaban las 8 columnas. Los golpes eran atroces y sin piedad.
En una gira, el reportero Héctor Raúl Rodríguez fue bajado del autobús de manera vergonzante. “Hey, tú, ¡bájate!, tu medio no es bienvenido”, le dijo casi a gritos la entonces Jefa de Prensa de Gobierno del Estado, Rosa María Ahuja. Y Raúl, sin chistar, descendió de la unidad.
Alusiones a corrupción, ineptitud, a supuestas preferencias sexuales, entre otros señalamientos, eran las notas diarias contra el alvaradeño-cordobés en La Gazeta.
Hasta que un día Dante metió a la cárcel a David por supuestos actos de corrupción del periodista durante su encargo en la Dirección de Tránsito del Estado. La decisión la consultó DDR con Fernando Gutiérrez Barrios, secretario de Gobernación, y con quien Varona había tejido una fugaz amistad.
El mundo se le derrumbó a David, y hasta una desgracia familiar ocurrió durante su encierro. Cuentan que quien era su media naranja, decidió mejor huir por la puerta falsa. No soportó la vergüenza y la presión social. La señora que acostumbraba ir a restaurantes y salones de belleza acompañada de guaruras y a bordo de suburbans, de repente vio desplomarse su universo de lujo y confort.
Años después, David decidió cerrar La Gazeta, y a fines de los 90s, seguía facturando publicidad.
“Oye David, pero si tu medio ya no circula”, le advertimos cuando el que escribe fungió como director de Comunicación Social del Ayuntamiento de Xalapa, a lo que de inmediato Varona reviró con sorna: “¡Pero yo sí circulo!”. No pudimos evitar una sonora carcajada. Pero así era el colega: muy ocurrente y con una chispa inusual.
Algunos tal vez lo compararon como “el Carlos Denegri veracruzano” o muchos políticos y funcionarios se quejaban tal vez de su proclividad de con frecuencia hacerles “manita de puerco”, pero no profundizaremos en esa faceta de este finado personaje que por obvias razones ya no podría defenderse. Sería una ruindad hacer leña del árbol caído, así que mejor todo lo dejamos al juicio de la historia.
Pero de que David fue un personajazo, de eso ni duda cabe. Con cierto aire de capo siciliano, en las charlas de café compartía “información privilegiada”, “de primerísimo nivel”… “Esto va a ser una bomba, cuando se dé a conocer”… Y entonces gesticulaba, cambiaba la mirada y asumía un tono de voz entre misterio e intriga. Era tal la atmósfera que creaba ese mago, que en ese momento le creíamos la historia, aunque al salir del sitio, y tras analizar más a detalle el tema, la teoría de la conspiración se esfumaba.
No fueron pocas las veces en que confiaba demasiado en su fuente, por lo que se publicaron en ocasiones datos sin confirmar. En una ocasión, desayunando con un alto funcionario de la Segob estatal, el servidor público nos mostró una columna en su celular: “cómo ves, según David, en este momento estoy en la cárcel”.
Pero era un mago de la palabra. A un jefe de prensa le dijo: “sólo dame tres palabras y te armo un poema”.
Otro día, durante el duartismo, David se le acercó a Gina Domínguez, en los pasillos de Palacio de Gobierno.
“Gina, tengo una información que es una bomba”…
-¿Ah, caray, qué información es?
-Javier Duarte anda en trámites de divorcio con Karime Macías.
-La verdad, no sé nada de eso David, pero déjame preguntarle a Javier.
Minutos después, ya en el despacho de Javier Duarte, Gina le comentó al entonces mandatario:
“Oye, allá afuera está David Varona y dice que te estás divorciando de Karime…”.
Entonces el gordo estalló en una estruendosa carcajada, tras rematar: “Dile a David ¡que me la haga buena!”.
Pero aunque JDO lo negó en esa ocasión, efectivamente la relación con Karime era pésima y si bien no habían iniciado los trámites de divorcio, poco faltaba para ello. A ambos, sólo los unían los intereses en ese mar de abundancia que terminó devorándolos. Años después y ya en la cárcel, Javier Duarte habría de cumplir el vaticinio de ese gran mago llamado David. Tal vez Varona se equivocó por unos años de diferencia, aunque no podríamos negar su don de vidente que por alguna extraña razón, en ese caso, se adelantó al futuro.
No somos nadie para juzgar, porque nadie de nosotros no es ni totalmente bueno ni totalmente malo. Hombres que somos originalmente creados a partir del barro desde el Génesis bíblico, estamos hechos de virtudes, pero también de imperfecciones. Así que donde quiera que te encuentres en el plano astral, estimado David, que encuentres paz y descanso eterno. Que así sea.