Le decían y le siguen diciendo “Lady Asquitos” por aquello de que expresaba -obvio, antes de que fuese el Gran Tlatoani- que el proletario cabecita de algodón le causaba náuseas, las mismas que la gente pobre de las colonias le ocasionaban pero que ahora les tiene que mendigar su voto.
Saltó a la fama por ser amiga personal del delicado “Cui”, y ahora sigue en el ánimo del cuatroteísmo al haber apantallado a uno de los hermanos precisamente de quien no hace mucho le provocaba asco. Comentan que el otoñal sujeto come de la mano de esta dama. Y al engullir sus granitos, cual tierno pollito, dice: “Pío… Pío… Pío”.
Obvio que la doñita va a perder, pese a que una abusada ex alcaldesa ya vendió la idea de que la puede rescatar de la derrota.
