José Ortiz / EN CORTO… SIN CORTES
AMLO se mega encabronó con Televisa porque conoce los números de Nahle y sabe que va a perder.
Él es el hombre más informado del país, y trae el pulso de las campañas.
Por eso, desesperado, la cabecita de cotonete ha incrementado en las últimas semanas sus visitas al estado de Veracruz para intentar insuflarle oxígeno a su alicaída candidata.
Y este fin de semana no es la excepción: el Presidente no sólo viene a supervisar obras o el programa IMSS-Bienestar en estas tierras jarochas, sino también en reunión privada, dará instrucciones, gritará, manoteará, apretará tuercas. En fin, frenético, tratará de sacar agua de una canoa que inexorablemente se hunde. Imagínense el clásico video de la película de Hitler, en donde el dictador se pone verde de coraje y aplica soberana regañiza a sus subalternos. Pues igualito. Así será la encerrona que encabezará este fin de semana en Veracruz el jefe máximo de los morenos.
Pretender exorcizar a los demonios de la derrota “al cuarto para las 12”, no sólo es muestra de tierna candidez, sino que es la más pura y cierta confirmación de que Nahle y sus correligionarios se confiaron y al mismo tiempo los invadió la tonta soberbia. Muy, pero muy tarde, se dieron cuenta que la debacle estaba a la vuelta de la esquina. Es casi como querer resucitar al enfermo cuando ya está rindiendo cuentas a San Pedro.
Así, sabe perfectamente el Presidente que ese reportaje de Televisa fue la estocada final para la zacatecana y que terminará hundiéndola aún más. El escándalo del yerno afortunado ya es tendencia en redes, y así seguirá el tópico hasta arriba, hasta el día de las elecciones, y tal vez hasta después de los comicios.
Pero, a ver: si Nahle tuviera una amplia ventaja, el tabasqueño-jarocho ni se hubiese inmutado y ni siquiera se hubiese “calentado” por el reportaje de Televisa. Es más, hasta se habría carcajeado, con esa carcajada que tiene tan bien actuada en casos en que suele burlarse de los resbalones de la oposición. Pero no. AMLO en esta ocasión fue transparente e impulsivo. Ni siquiera pudo disimular que su sangre costeña le hervía y no precisamente por estos calorones de mayo.
El que se enoja, pierde. Y el Presidente y su candidata ya perdieron.
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