En Corto… Sin Cortes / ¿DURARÁ AHUED EN LA SEGOB O LE TIRARÁ LA TOALLA A NAHLE COMO LO HIZO CON AMLO?

José Ortiz Medina

Aunque muchos pepistas se emocionaron con el nombramiento de Ricardo Ahued Bardahuil en la Secretaría de Gobierno, para el próximo sexenio, es muy probable que ese gozo no le dure mucho a quienes ven en el empresario su tabla de salvación. Primero, porque Rocío Nahle tiene perfectamente bien ubicados quiénes le enviaron misiles durante la campaña y, como se ha difundido en un libelo que circuló hace unos días, ella no tendrá contemplaciones ni consideraciones con sus críticos: “ni perdón ni olvido”. Esa advertencia surtirá efecto en quienes sin dignidad busquen cobijo en el hidalguense, pero para los que sabemos de qué estamos hechos, pues esas amenazas nos hacen lo mismo que el viento a Juárez. Hemos sobrevivido a mil batallas, y ya hasta Maestría o Doctorado poseemos en sobrevivencia.

La otra razón por la que a los pocos que logre “rescatar” don Ricardo les durará poco la alegría, es porque chance y el alcalde de Xalapa no dure mucho como titular en la Secretaría de Gobierno; es decir, dudamos que termine los seis años en esa responsabilidad. Primero, porque don Richard ha dado muestras de que cuando algo no le parece en un gobierno, no duda ni tantito en tirar la toalla. Así lo hizo cuando renunció a la dirección de Aduanas, y eso que según las reglas no escritas, “al Presidente no se le renuncia”. Asimismo, el llamado “Rey del Plástico” tiene un espíritu “rebelde” e “indomable”, y de igual forma eso lo demostró cuando siendo legislador en varias ocasiones, no aprobó iniciativas con las que no estaba de acuerdo o que simplemente afectaban sus intereses empresariales o a los de su gremio de la iniciativa privada.

Ahued no vive de la política. Él vive de los negocios que ha logrado aumentar y crecer a costillas y al amparo del poder. Para “demostrar” que “no vive” de la política, desde hace años se ufana de que dona su sueldo a los “más necesitados”. Ese salario que regala, es como quitarle un pelo a un gato, comparado con la enorme fortuna que posee.

Así que esa “autonomía” que le da a Ahued al no pertenecer directamente a un partido o una ideología, le permite renunciar las veces que le dé su regalada gana.

No nos imaginamos a Ricardo Ahued aguantar por mucho tiempo el duro carácter de Nahle, o las ocurrencias del cónyuge de ésta, quien -y eso no lo inventamos, quedó registrado en un video- gusta mucho de opinar o tomar decisiones en áreas que no le incumben.

Entre otras lindezas, José Luis Peña Peña, dijo en una reunión con ganaderos de la zona sur del estado de Veracruz:

“Acuérdense, mi nombre es José Luis Peña Peña, yo le había dicho a la candidata que primeramente Dios yo voy a estar ahí, y cualquier problema que ustedes tengan, si ganamos, que vamos a ganar, porque es inminente, yo voy a estar en el área de la ganadería, sin un solo peso, sin cobrar nada”.

Añadió: “Lo único que voy a hacer es estarlos apoyando a todos ustedes y cuando no nos quieran cualquier cosa, vamos y hacemos un plantón ahí en Palacio de Gobierno para que nos resuelvan. Yo los voy a acompañar a ustedes para que nos resuelvan todos los problemas que estamos aquí acordando. Y nos vamos a llevar a Pasiano y llevamos… porque todo lo vamos a resolver”.

Dicho sea de paso, ya quedó claro quién podría intentar mandar en la Sedarpa (o en otras secretarías), por lo que Rodrigo Calderón -a quien la misma Nahle perfila como titular- podría ser un mero títere o un muñeco de paja de esos que usan en los sembradíos para espantar a los pájaros.

El otro factor que podría inclinar a Ahued a la dimisión transcurridos unos dos o tres años sería que él no tiene el temple o el carácter para enfrentar situaciones complicadas. Se vio en la dirección de Aduanas, en donde las grillas de Raquel Buenrostro (en aquél entonces titular del SAT) sólo fueron un falso pretexto de la precipitada renuncia de don Ricardo, pues trascendió que en realidad hubo motivos más gruesos y delicados para que saliera casi huyendo de esa responsabilidad, algunos presumiblemente vinculados a supuestas amenazas del crimen organizado.

Y es que antes de aceptar la dirección de Aduanas, Ahued no le midió bien el agua a los tamales.

Ahued no se enteró de algunos análisis de medios de comunicación especializados en ese tema, que señalaron en su momento los retos a los que finalmente se enfrentó don Ricardo.

Así, por ejemplo, el periodista Ricardo Ravelo publicó el 21 de junio de 2019 en sinembargo.mx:

“(…) La misión de Ahued Bardahuil no es nada sencilla ni cosa menor, por el contrario, se trata de abatir a una delincuencia más sofisticada que desde hace décadas controla las aduanas: ahí opera el narcotráfico, amplias redes de contrabandistas que lo mismo ingresan al país textiles traídos de China, armas adquiridas en Estados Unidos, cocaína movida desde Venezuela y Colombia, precursores químicos comprados en Alemania e Indonesia, como la efedrina, materia prima de las llamadas drogas sintéticas y de diseño, así como dinero en efectivo que todos los días se mueve por las aduanas fronterizas (…)”.

Continuó Ravelo: “(…) De igual forma, se ha seguido la pista a las redes de contrabandistas que desde China operan el tráfico de textiles y todo tipo de contrabando que introducen al país mediante sobornos millonarios y que luego venden en mercados ilegales como Tepito o La Lagunilla, donde el crimen organizado opera impunemente.

“A lo que Ricardo Ahued se está enfrentando es al crimen organizado internacional, nada menor, sin duda, pero el político y empresario veracruzano se ve que va con todo y sin que le tiemble el pulso: ahora recorre las aduanas en varios estados de la República para contar con un diagnóstico amplio y detallado.

“Seguramente Ahued Bardahuil se encontrará de frente con bandas dedicadas al narcotráfico, criminales que operan las extorsiones en las aduanas aeroportuarias, como ocurre en Tijuana, una de las más críticas por la cercanía con Estados Unidos. Según nos comentan empresarios de Baja California, por esa aduana cruzan armas, dinero, droga y todo ello es posible, sostienen, ya que no existe capacidad para controlar todo el flujo vehicular que cruza hacia Estados Unidos. Sólo un diez por ciento de los cruces fronterizos pueden ser revisados, lo demás pasa sin contratiempos (…) “.

Así que el 24 de abril de 2020, se dio a conocer la renuncia de Ricardo Ahued a Aduanas.

No le agradó al Presidente Andrés Manuel López Obrador esa precipitada dimisión.

En conferencia de prensa ese 24 de abril, López Obrador dejó entrever que Ahued no pudo con el paquete:

“En el caso de las Aduanas viene una limpia porque se han hecho intentos, el hasta ahora Director de Aduanas (Ricardo Ahued), una gente honesta, íntegra, pero es un monstruo, lo de Aduanas, de 100 cabezas”.

¿Será que Ahued ya se haya dado cuenta en la broncota en la que se metió?

¿Durará los seis años en el cargo como sí lo lograron algunos titulares de la Segob en el pasado reciente?

Si no ha podido frenar los diarios bloqueos a las calles de Xalapa por falta de agua, no nos  imaginamos a Ahued enfrentando a los aguerridos pobladores de Soledad Atzompa, de la región de Tatahuicapan o de otras partes del estado. Su carácter es más bien tibio, y no se compara con secretarios de Gobierno de anteriores administraciones que fungían como verdaderos “para-rayos”. El “Dos” de Palacio, como suele decírsele desde tiempos inmemoriales a esa posición, debe servir no para llevarle problemas al gobernador, sino resolverlos antes de que estallen. Pero para eso se requiere mano dura, temple de acero y una experiencia probada en la solución de entuertos.

O al menos que Ahued decida “nadar de a muertito”, llevársela tranquila, tomar uno que otro ansiolítico para que se le resbalen los problemas, conflictos y grillas del gabinete y de la familia gobernante. O hacer como una secretaria de Gobierno del jurásico priista que tan relajada y tan desconectada estaba de los asuntos de la gobernabilidad o la gobernanza, que plácidamente solía quitarse las chanclas en la oficina para que se le ventilaran un poco sus patitas. O que haga como un secretario de Gobierno que después del medio día se desestresaba con unas chiquillas y unos buenos tragos. Su jefe solía decir: “sólo tengo Secretario de Gobierno hasta las tres de la tarde”. A otro secretario de Gobierno le sobraba tiempo hasta para cruzar la avenida Enríquez e ir a misa a Catedral. Sólo así, tomándose ciertas dosis de “valemadrina”, Ricardo podría seguir remando hasta llegar al 2030 para aspirar a la gubernatura. ¿Será que llegue? Ya se verá.