Un señor de apellido Virgen es un personaje del jurásico priista.
Primo de Carvallo, Virgen, al igual que su pariente, han logrado colarse a la 4T.
Virgen habría hecho pingües negocios desde la desaparecida Junta Estatal de Caminos, en la era de Fidel Herrera, y desde entonces su negocio serían las obras públicas y los consabidos “moches”.
Virgen respaldó a la 4T en Minatitlán, en donde le organizaba todos los eventos cuatreístas a la señora Medel.
Y ahora, con el triunfo de Rocío Nahle, el señor Virgen andaría propalando a los cuatro vientos que él no busca chamba en el próximo gabinete estatal, ¿y para qué?, suele preguntar él mismo, pues señala que en el venidero gobierno él podría incrustar a varios funcionarios que le rendirán cuentas sólo a él, y las adquisiciones y obras sólo las va a decidir él. O sea, es el cobro del botín de campaña. Viejo negocio de invertir en políticos para luego cobrar al triple, cuádruple, o mucho más para no sólo recuperar lo invertido sino además obtener ganancias al 1 mil por ciento o aún más.
No sería mala idea, ya en el arranque de la administración de Nahle, indagar quiénes serán los testaferros que logrará acomodar el señor Virgen.
Pero obvio, al rato los de la 4T saldrán con su discurso barato de la “honestidad”, rollos que sólo los débiles mentales creen o que por conveniencia aceptan los beneficiarios de esta voraz nueva clase política. (José Ortiz/ EN CORTO).