José Ortiz Medina
El 18 de diciembre de 2020, se dio a conocer el cese fulminante de una alta funcionaria en Sefiplan.
Esa noche, esa triste noche, a una talentosa servidora pública le dijeron que tenía que desalojar, pero a la voz de ya, la Tesorería de Sefiplan.
En su lugar, llegó Mario Macip Olvera, quien era el administrativo de la oficina del Programa de Gobierno de la administración del gobernador Cuitláhuac García Jiménez.
La Contadora era mal vista por Eleazar Guerrero, y por eso la corrió de manera despiadada, todo ello con la anuencia del gobernador Cuitláhuac García Jiménez y además con la absoluta complacencia de Eric Cisneros Burgos quien también aborrecía a la experta en temas contables.
Ella, Maestra universitaria, tiene una bien ganada fama de honesta. Pero los malandros anteriormente citados vieron de repente que la dama les estorbaba. Cuentan que ella se dio cuenta que la famosa “licuadora” seguía funcionando y en más de una vez hizo la observación de no mantener esa “estrategia” que puso en práctica Fidel Herrera y Javier Duarte, con resultados ya conocidos y desastrosos, al grado de que el primero terminó con dos embolias cerebrales ante las constantes amenazas de Miguel Ángel Yunes Linares de meterlo a la cárcel, y el segundo -como es archi sabido- ese sí terminó siendo distinguido huésped de una fría crujía en el Reclusorio Norte de la CDMX.
Pues resulta que esa roca que en ese momento fue desechada con tremenda vileza de Sefiplan, ahora será la piedra angular en la Secretaría de Educación de Veracruz, al nombrarla Rocío Nahle como Oficial Mayor.
Vaya que existe la justicia, y hoy por hoy, Nahle rescata a la Contadora María Esther Reyes González.
No todo está podrido en Dinamarca, y casos como el de la reivindicación de la Contadora María Esther Reyes hace que uno no pierda la esperanza y de que hay pequeños atisbos de que no todo está perdido.