En Corto / Así será el personal estilo de gobernar de Rocío

EN CORTO

José Ortiz Medina

Cada quien tiene su estilo personal de gobernar, como decía el politólogo Daniel Cossío Villegas.

Cuitláhuac García mantuvo una relación alejada de diversos sectores sociales importantes, entre ellos los credos religiosos.

El xalapeño prefirió delegar esos temas a funcionarios segundones y sin mayor presencia en el espectro político.

Tal vez Cuitláhuac, tan corto de miras y de mente tan estrecha, pensó que si se reunía con prelados eclesiásticos, iba a ofender sus dizque “ideales” marxistas y de izquierda.

Cuitláhuac jamás pensó que los veracruzanos y veracruzanos, más allá de sus ideologías, profesan una fe, una creencia.

Así que nada le hubiera quitado ni restado reunirse personalmente con obispos, sacerdotes, pastores, guías espirituales, ya fuesen católicos, evangélicos, budistas, judíos, etcétera.

Porque eso debería distinguir a los gobiernos democráticos: tender puentes de diálogo, de intercambios de ideas, hasta con los que piensan distinto.

Pero aún más, al sentarse a platicar con pastores religiosos o guías espirituales, ello pudo haber sido la oportunidad de escuchar no sólo otros puntos de vista, sino además enterarse qué piensan las feligresías de los distintos credos sobre el actuar del gobierno y las distintas problemáticas como la inseguridad, la crisis económica y el desempleo, todo ello en un marco de retroalimentación de ideas. Eso hubiese abonado de manera extraordinaria en un esquema de intercambiar conceptos o información. Compartir para gobernar juntos y no divididos, hubiese sido el apotegma.

Lo malo es que Cuitláhuac se encapsuló, se encerró en sí mismo. Permaneció dentro de su burbuja. Se encriptó dentro de su caparazón de ignominia.

Sí, es cierto que Cuitláhuac hizo algunos recorridos por el estado, pero eso es distinto. El ejercicio mayéutico en este caso es diferente. Muchas veces el gobernado no expresa su sentir al cien por ciento ante la figura de un gobernante que de vez en cuando baja del Olimpo para tener contacto con los “mortales”. En ese tipo de encuentros, el ciudadano suele cohibirse y no plantear totalmente la realidad que lo afecta y lo circunda.

Pero en fin. Son estilos personales de gobernar distintos, y pues tampoco se le pueden exigir peras al olmo. Hay que ser comprensivos: Cuitláhuac es así, chiquito, de baja estatura política, y tal vez por eso Claudia Sheinbaum no lo ha nombrado en ninguna secretaría de Estado o algún cargo importante en su gabinete. Entendámoslo: al hijo del Maestro Atanasio García Durán le quedó muy grande la gubernatura. Ni de broma vimos en estos seis años a un estadista, sino que más bien fuimos testigos del penoso actuar de un grillo muy local, apocado y acomplejado. Cuitláhuac jamás dejó de ser ese triste payaso que amenizaba los eventos del PRD para hacer tiempo para que luego llegaran al estrado los grandes maestros de la política.

En cambio, Rocío Nahle sorprendió a propios y a extraños con la inusitada visita que realizó este martes al Arzobispo de Xalapa, Jorge Carlos Patrón Wong. Cordial, afable, la gobernadora electa accedió a desayunar en la casa del prelado. No tuvo ningún empacho en que el encuentro se hubiese llevado a cabo en el lado de la cancha del jerarca religioso. Eso no denota sumisión, sino al contrario, revela una gran sencillez y humildad de quien gobernará a los veracruzanos en los próximos seis años. Como una matriarca responsable de su encomienda, entabló diálogo con un líder religioso con un gran capital moral.

A la salida del encuentro, Nahle fue entrevistada por reporteros quienes le preguntaron sobre cómo será su relación con el poder legislativo local, a lo que la veracruzana-zacatecana aprovechó para hablar de que “lo mejor es la unidad y la concordia”, frase que acaso también es aplicable no sólo a la convivencia con las demás fuerzas políticas, sino también con todos los grupos sociales, incluidos los religiosos.

Sin duda, nuevos vientos de cambio soplan en Veracruz. Tenemos una gobernadora abierta al diálogo y a la convivencia cordial con representantes de importantes sectores sociales y políticos. Ya estamos comenzando a creerle a Rocío que a Veracruz le irá muy bien. Que así sea.