La admiración y el respeto por los encinos

Benito Benítez

¡Si es madera de encino, por eso es tan duradero!

Que quiéres que de el encino si no bellotas.

A las siete y media de la mañana se reunieron personas vinculadas a los encinos pertenecientes al INECOL, PRONATURA, Universidad Veracruzana y del Senderito del Bosque de Niebla, en el estacionamiento del Jardín Botánico, para enfilar a la comunidad de Tetlaxca, ubicada en el municipio de Ixhuacán de los Reyes.

La coordinación del taller estuvo a cargo de la bióloga Jazmín Estrella Chévez Martín del Campo y dirigido por la Maestra en Ciencias Claudia Gallardo Hernández. Al taller acudieron Claudia Álvarez Aquino, Rosa Amelia Pedraza Pérez, Lorena Abrahán, Ángela Viviana Rojas Rojas, Víctor Virgilio Hernández Vidal, Adrián Cabrera y José Manuel Ortiz Hernández. A esta gran comitiva de investigadores, nos unimos como observadores Leticia Arriaga Stransky como observadora y con el apoyo en la zona el agricultor Tomás Huerta Navarro, los trabajadores del campo José Luis Martínez López y Lucio Martínez Muñoz, por supuesto con los excelentes guías Martín Melchor y su padre Federico Melchor.

Claudia Gallardo Hernández obtuvo el grado de maestría con la tesis Encinos de Veracruz. La mayoría de los participantes tenían mucha experiencia en la colecta y en el reconocimiento de los encinos.

Las colectas fueron de bellotas, flores, hojas, algunos encontraron alrededor de veinte plántulas se midieron los diámetros de los encinos y se calculó la altura. La maestra en ciencias compartió didácticamente sus conocimientos de manera generosa al hablar de los Encinos o Quercus que nos embelesaba. Fue una experiencia inolvidable presenciar y participar en la colecta. Los encinos pueden vivir cien o doscientos años, algunos hasta más de mil años o sea nos trascienden, del quercus suber sacan los corchos, con las bellotas se hacen rosarios o collares, también se pueden hacer panes. En Coatepec hay un panadero que hace un delicioso pan de linaza.

Veracruz tiene 42 especies de encinos, distribuidos en 54 municipios.

Nosotros, como Senderito del Bosque de Niebla teníamos especial atención en identificar al Quercus calophylla, y al Quercus meavei que se encuentran en peligro de extinción. El quercus meavei tomó el nombre de Jorge Arturo Meave del Castillo, ganador del Premio Universidad Nacional 2019, en el área de Docencia en Ciencias Naturales de la UNAM.

En el recorrido hablaron del encino chicalaba que sólo hay en México y su bellota es la más grande del mundo que la usan para hacer el juguete de la pirinola en varias regiones.

Las abejas meliponas colectan resinas de los encinos del que sustraen el polen y los encinos le sirven de casa.

Se dice que México tiene la mayor variedad de especies de encinos en todo el mundo. Contamos con 165 a 170 especies, de un total de 350 existentes.

De acuerdo con Martin Melchor, el taller de encinos efectuado el 18 de octubre, fue un evento que se planeó para poder comprender mejor el manejo de muestras, para herbario y su identificación. El recorrido fue muy agradable, no solo por la convivencia, sino por el contacto que tuvimos con diferentes especies de encinos, como Meavei, Calophylla, Zapotifolia, Sartori y Paxtalencis. El recorrido estuvo lleno de nuevos aprendizajes sobre cómo hacer una correcta descripción de posibles datos que nos lleven a poder identificar los encinos. También se promovió una colaboración entre diferentes instituciones y personas que nos ayudan a encontrar una forma de trabajo colectivo para abordar diferentes problemas y soluciones que con el tiempo se trabajarán para beneficiar la conservación no solo de encinos, sino de muchas otras especies vulnerables que viven en el bosque o comparten el mismo territorio.

Martín Melchor, joven de veinticinco años que vive en su tierra Tetlaxca, es un viverista, artesano que comenzó su pasión por los árboles con las enseñanzas de su papá Federico y su hermano Samuel ingeniero agrónomo fundadores del vivero San Fiacre, monje irlandés considerado santo patrono de los jardineros. Samuel le inculcó su pasión por crear artesanías, la inició con la idea de poder crear con material que ofrecen los bosques y aportar energía y esfuerzo al cuidado de los mismos.

Vía el biólogo Faustino Rafael Flores Fuentes que se encuentra colaborando en el manejo de viveros de árboles nativos para la conservación de las abejas sin aguijón y la restauración de bosque mesófilo de montaña, los enroló en la asociación civil INANA dirigida por personas valiosas como Raquel Zepeda. Con ellos comenzó el proceso para crear un vivero que fuese capaz de producir árboles especialmente de la zona, para la conservación de nuestros bosques y poder brindar mayor alimento a especies de abejas nativas.

Este fue el primer paso que se hizo para que toda la familia se involucrara y comenzaran no solo a producir árboles ya conocidos. Al mismo tiempo se lleva a cabo la identificación de plantas, arbustos, árboles a los cuales se les tenía identificados ya que se consideran viveristas principiantes.

El conocimiento de diferentes variedades de plantas fue gracias a su papá, don Federico, quien construyó su jardín con algunas variedades y fue creciendo con el paso del tiempo enseñando a sus hijos a cuidar y reproducir esas especies.

Quienes nacimos en la Sierra Central Veracruzana tenemos la experiencia de convivencia con árboles como el liquidámbar, el jinicuil y por supuesto los encinos, caminar por un encinal te transforma, una alfombra de hojas te recibe y miles de insectos pululan en el suelo y al abrigo de los encinales.

Las culturas europeas consideraban a los encinos como vínculos con las deidades, los escandinavos, los celtas, los griegos y los romanos.

Nosotros sólo le hemos encontrado utilidad para hacer de ellos carbón. Me imagino la urbanización en una ciudad como Coatepec donde las casas crecen como hongos, que los empresarios inmobiliarios o políticos inmobiliarios con respeto a la naturaleza crearan fraccionamientos alusivos a los árboles por ejemplo al liquidámbar donde las calles fueran resguardadas por cientos de liquidámbares, evitando vivir en comales. Otro fraccionamiento sería el encinal, fraccionamiento en donde por cada persona que habita una casa debe de sembrarse y cuidarse un encino. Las personas serían más relajadas y menos voraces. Aún hay individuos que tratan de recuperar esa mística buscando usar las áreas verdes abandonadas que no han sido devoradas por la corrupción para hacer islas verdes. Ojalá que algún día así sea y nos armonicemos con nuestro entorno, en el predominio de la biodiversidad del bosque de niebla.