Domingo Bahena Corbalá traicionó al PAN, partido que lo hizo alcalde de Jáltipan y Diputado Local.
Siervo (y servil) con el poder, a la llegada de Morena al Congreso, con Juan Javier Gómez Cazarín al frente de la Junta de Coordinación Política, Bahena vio su espacio de oportunidad y se entregó por completo al nuevo Rey.
Seis años se enriqueció a ese abrigo.
Colocó a sus incondicionales en puestos clave, como el magistrado Humberto Oliverio Hernández Reducindo; o el exsecretario de Fiscalización del Congreso, Everardo Domínguez Landa.
No le importó hacer el ridículo vestido de Santa Claus con tal de agradar a su Rey en turno.
Pero muerto el Rey, viva el Rey. En cuestión de milésimas de segundo se despojó de la chaqueta cazarinista y se vistió con la de Esteban Bautista, nuevo monarca de la avenida Encanto.
¿En qué consistió la traición? Al estilo de los colaboracionistas con los nazis: puso el dedo para señalar cazarinistas y reveló información que aquel le había confiado.
Ahora, otro de sus incondicionales (cómplices, pues), Edmundo Macario (también panista, Jefe de la Oficina de Hacienda del Estado en Xalapa con Miguel Ángel Yunes), es el asesor del diputado Miguel Pintos, presidente de la Comisión de Vigilancia.
Everardo Domínguez y Macario eran los encargados de extorsionar alcaldes para limpiar las cuentas públicas. ¿Sabrá la Gobernadora que ahora Macario tendrá acceso a información delicada del nuevo Gobierno?
Lo único seguro es que en el minuto uno en que deje de tener poder, Esteban Bautista puede esperar exactamente la misma traición que Domingo Bahena cometió contra el PAN, primero; y contra Cazarín, después.