El Senado y su circo judicial: Cuando la justicia deja de ser independiente

José Ortiz Medina / EN CORTO 

El proceso de selección de jueces y magistrados en el Senado ha dejado claro que la justicia en México está más politizada que nunca. Con un Salón de Plenos vacío, sin competencia real y con errores administrativos de primaria, quedó en evidencia que la independencia del Poder Judicial es cada vez más un mito. La pregunta no es si esto afectará la democracia, sino cuándo la va a colapsar.

Para los nueve cargos en la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) se esperaban al menos 90 aspirantes. ¿Cuántos llegaron? Solo nueve mujeres. Lo mismo ocurrió en las magistraturas del Tribunal Electoral y en los jueces de Distrito. En un país con más de 130 mil abogados registrados, el hecho de que nadie quiera participar no es casualidad: los jueces ya no se eligen por capacidad, sino por conveniencia política.

La sesión legislativa fue una farsa. Solo siete legisladores de Morena decidieron sobre la justicia del país, mientras la oposición no se presentó y varios morenistas prefirieron no ensuciarse las manos. La independencia del Poder Judicial no se pierde de golpe, sino con pequeñas concesiones que, acumuladas, lo vuelven irrelevante.

Además, no faltaron los errores básicos, como la confusión de género en la lista de aspirantes, ni las candidaturas con pase directo. Entre ellas: Marisela Morales, ex procuradora en tiempos de Felipe Calderón; Paula María García Villegas Sánchez Cordero, hija de la exministra Olga Sánchez Cordero; y Magda Zulema Mosri Gutiérrez, esposa del exprocurador Rafael Macedo de la Concha. Aquí no importan el mérito ni la capacidad, sino los apellidos.

Pero el problema no es solo la simulación en el Senado, sino lo que esto significa para el país. México se dice democracia, pero cada día lo es menos. Un Poder Judicial sometido al gobierno no es más que un brazo del régimen en turno. ¿Quién va a litigar en un país donde los jueces responden a cuotas de partido? ¿Quién confiará en la justicia cuando las decisiones dependen de intereses políticos?

La presidenta Claudia Sheinbaum enfrenta el mismo dilema de siempre: o aplica la ley y desmonta esta estructura corrupta, o protege a los suyos y hunde aún más la credibilidad del Estado. Mientras siga sin actuar, la crisis de justicia seguirá creciendo.

Un país sin jueces independientes es un país sin garantías. Hoy el Senado juega a ser juez; mañana la justicia será solo un trámite político. Y después, que Dios nos agarre confesados.