José Ortiz / EN CORTO
Dicen que quien está que no lo calienta ni el sol, es el dirigente nacional del PRI, Alejandro Moreno Cárdenas.
Y es que tanto Adolfo Ramírez, alias “Fofo”, como Lorena Piñón, le juraron a Alejandro que la alianza con el PAN en Veracruz ya estaba asegurada.
Tan confiado estaba “Alito” de que la dichosa alianza ya era un hecho, que raudo y veloz se trasladó al rancho San Julián para “amarrar” la candidatura de Américo. Entre cognacs, tequilas y vino tinto, dicen que el ex gobernador de Campeche casi festejó el “triunfo” de Américo, quien puso como única condición para ser abanderado, que hubiese coalición con Acción Nacional.
Y pues como la canción, “todo se derrumbó”…
Cuando se enteró “Alito” que el “Fofo” y Lorena lo agarraron de pendej…, el campechano se puso verde de coraje.
Lo peor es que tanto “Fofo” como Lorena ahora quieren venderle la idea a “Alito” que aún sin alianza, el PRI será “competitivo” en varios municipios. Sí, cómo no. A ver si el líder nacional se traga esa otra píldora.
Lo que desde ahora debería hacer “Alito” es en ir pensando quiénes sustituirán a ese par de inútiles una vez pasadas las elecciones de este año, porque está más que cantada la dolorosa derrota del Revolucionario Institucional en los comicios del 1 de junio. Eso pasa cuando alguien confía demasiado en quienes venden espejitos. Pero como dicen en el rancho: no tiene la culpa el indio, sino quien lo hace compadre.
Mientras tanto, y a manera de anécdota, luego de la comida en el rancho San Julián, hubo una singular reunión en el Italian Coffee de la zona del Estadio, en donde fue citado Américo. Estuvo presente un personaje de alto nivel del PRI veracruzano, quien recibió una llamada telefónica de “Alito” para terminar de convencer a Américo de que aceptara ser candidato de la hipotética alianza PRI-PAN. Testigos del encuentro, Adolfo Ramírez, Lorena Piñón y Silvio Lagos. En el alta voz de la llamada, a “Alito” le dijeron, palabras más, palabras menos: “no te preocupes, iremos en alianza con el PAN… eso es pan comido”. Y de inmediato sonaron las estruendosas carcajadas. En muy pocos días, esas sonrisas se les congelaron en sus labios.