Marcelo Ruiz y su círculo de amistades peligrosas

José Ortiz / EN CORTO

En política no hay casualidades. Los iguales se juntan, se protegen y se cubren las espaldas. Marcelo Ruiz, el hombre que convirtió al Partido Verde Ecologista en Veracruz en su feudo personal, tejió una red de relaciones que, vistas a detalle, revelan una historia más oscura de lo que muchos imaginan. No se trata solo de su larga permanencia en la dirigencia estatal, de su manera discrecional de manejar los recursos o de las sanciones que dejó como herencia. Su verdadero legado es otro: los vínculos incómodos que cultivó a lo largo de los años, los nombres con los que compartió acuerdos y silencios, las amistades que, lejos de fortalecer un partido, lo sumieron en la sospecha y el descrédito.

Zongolica. Benito Aguas Atlahua, un nombre que resuena en un caso de homicidio donde hay detenidos, pero ningún móvil claro. Un caso que algunos relacionan con Tezonapa y con el círculo de poder de la alcaldesa. No es el único episodio en el que el Verde aparece, no con luz propia, sino en la sombra de lo que no se dice, de lo que muchos prefieren ignorar.

San Juan Evangelista y Playa Vicente. En estas tierras, donde el poder se mide en intimidaciones y presiones, Marcelo Ruiz supo moverse con la misma sumisión con la que otros han caído. Se alineó con los Vázquez, mejor conocidos como “Los Chivos”, personajes que, según denuncias, han convertido la extorsión en su negocio. La alcaldesa de Sayula lo denunció sin rodeos: estos personajes han sembrado miedo en alcaldes, los han amenazado, los han doblegado. Y, sin embargo, afirman haber tenido al Partido Verde comprado desde hace años.

Nogales. Las maniobras al interior del Verde en 2023 y 2024 fueron de escándalo, todo para que Lupita Torres Navarro tuviera el camino despejado. Su familia, mencionada una y otra vez en actividades que nadie se atreve a describir abiertamente, siempre aparece en las conversaciones que tienen que ver con el poder local. Ruiz, de nuevo, cerca, permitiendo, dejando hacer, con esa discreción que más que prudencia parece cálculo.

Álamo. Armando Solís Guzmán, ex síndico y candidato plurinominal del Verde en 2024, fue asesinado sin que aún haya claridad sobre el caso. La mafia de la basura, dicen algunos. Un sector que, lejos de la simple gestión de residuos, se ha convertido en un terreno de disputa donde el crimen y la política se cruzan con más frecuencia de la que debería permitirse.

El común denominador de todos estos nombres es uno solo. No es coincidencia, no es mala suerte, no es un simple error de cálculo. Marcelo Ruiz estuvo en cada uno de estos episodios, a veces como facilitador, otras como encubridor, pero siempre como un factor clave en la ecuación. Durante su mandato, el Partido Verde en Veracruz fue cualquier cosa menos un partido político con principios. Fue una estructura operativa al servicio de intereses que no tienen nada que ver con la política limpia y mucho menos con la ecología.

Las sanciones económicas que enfrenta el Verde por sus malos manejos son solo la punta del iceberg. Lo que Marcelo Ruiz deja tras de sí no es solo un partido desgastado y desprestigiado, sino una red de lealtades peligrosas que siguen vigentes, que se siguen moviendo y que, en el momento adecuado, podrían volver a entrar en juego. Porque si algo ha demostrado Ruiz es que sabe maniobrar, sabe camuflarse y sabe esperar.

El problema no es solo lo que hizo, sino lo que su permanencia permitió. Mientras otros se renovaban, el Verde se volvió un refugio de pactos oscuros, de estructuras que operan en la línea delgada entre la política y algo más. Ahora, con su salida, queda la pregunta de siempre: ¿quién pagará los platos rotos? ¿Quién responderá por los años de opacidad? ¿Quién se hará cargo de limpiar el desastre que dejó?

Lo que es seguro es que Marcelo Ruiz no responderá por nada. Porque así funciona este juego, el de los que saben cuándo moverse, cuándo callar y cuándo dejar que otros carguen con el peso de las decisiones que ellos tomaron. Pero los nombres ahí están. Las conexiones, los vínculos, las coincidencias que no son tales. Y aunque algunos se esfuercen en mirar hacia otro lado, hay algo que es innegable: los iguales siempre se juntan.