Pese a la nutrida concurrencia de mujeres y hombres que se registraron como aspirantes del PRI para ser candidatos a las 212 alcaldías, y del optimismo ramplón de algunos despistados, la realidad es otra. El tricolor anda mal pero tan mal que si gana como máximo 20 presidencias municipales, que se dé por bien servido.
Partido devaluado, sin credibilidad, con una militancia que sigue a la baja día con día y sin el liderazgo que tuvo en 70 de sus 95 años de existencia, el PRI es el partido ideal para una derrota segura.
Pero el tricolor no se vino abajo solo, a nivel nacional su líder Alejandro Moreno, casi le dio el tiro de gracia al perder once gubernaturas. Y a nivel estatal tanto su presidente, Adolfo Ramírez Arana, como su secretaria general Lorena Piñón, le harían un gran bien si renunciaran.
Da pena escuchar a Adolfo utilizar una y otra vez ese discurso triunfalista y sesentero como si ignorara que el PRI está en el hoyo. Da pena ver a Lorena hacer como que hace sin que haga otra cosa por el PRI que verlo caer.
Da hasta pena ver que del gran partidazo que había hace algunos años, ahora no queda casi nada.