Poza Rica no está resuelto para la 4T: hay fisuras y heridas sin restañar

José Ortiz

Poza Rica, bastión morenista en el norte de Veracruz, se convirtió esta semana en el epicentro de una grieta que ya no puede ocultarse. La ruptura silenciosa dentro del partido en el poder dejó de ser una anécdota para convertirse en una alerta que debería encender focos rojos en las dirigencias estatales, especialmente en las de aquellos partidos que creen que el 2025 está resuelto de antemano. Nada más lejos de la realidad.

Lo que pasa en Poza Rica es, en esencia, una rebelión contra la forma vertical, cerrada y cada vez más prepotente con la que se toman decisiones en Morena. El caso de Fernando Remes, impuesto hace 4 años como candidato sin el mínimo decoro democrático, no solo generó molestia: generó deserciones. Porque los que se fueron no lo hicieron a la deriva: unos encontraron cobijo en Movimiento Ciudadano, otros analizan acercamientos con el PT, y muchos más simplemente decidieron no participar.

Este éxodo no solo muestra el hartazgo de las bases fundadoras de la Cuarta Transformación. Expone la enorme desconexión de las cúpulas con el territorio. La historia se repite: quienes tocaron puertas, pintaron bardas y defendieron el movimiento cuando nadie creía en él, hoy son ignorados por los nuevos burócratas de la victoria, esos que reparten candidaturas como si fueran fichas en una taquería.

La pregunta es: ¿quién capitalizará esta fractura? Movimiento Ciudadano ha entendido con rapidez que en el desencanto hay oportunidad. Su discurso de apertura y pluralidad puede sonar reciclado, pero está calando. El PT también afila el colmillo, sabedor de que su cercanía ideológica con Morena puede convertirse en un imán para los defraudados. En cambio, el Verde —la meretriz más dispuesta del sistema— seguirá pegado al poder, aunque por dentro se desmorone, con un diputado balín que de verde no tiene ni la vergüenza.

Y en medio de esta crisis, el PRI y el PAN… bueno, ellos siguen jugando a ser oposición sin músculo ni alma, pensando que con la simple etiqueta de “opositores” les alcanzará para resucitar. No. La política no perdona la mediocridad, ni el oportunismo sin contenido.

Pero la moneda sigue en el aire. El 2025 no está resuelto, y quien piense que la elección está cantada comete el peor error político: subestimar el poder del desencanto. Porque el voto que más castiga no es el que grita, sino el que se va en silencio.

Ojalá los presidentes de partido en Veracruz —los de Morena, pero también los de MC, PT, PAN, PRI y demás— lean esta entrega y entiendan lo que se avecina. La fidelidad se gana, no se ordena. El respeto no se impone, se construye. Y la política se trata de sumar, no de desechar. Porque en la danza electoral que ya comenzó, el que no entienda el nuevo ritmo, simplemente se quedará bailando solo.