José Ortiz / EN CORTO
Veracruz debería estar en la cima del turismo nacional. Tiene historia, cultura, gastronomía, playas, pueblos mágicos, tradiciones únicas y un puerto con una potencia simbólica y económica como pocos. Y sin embargo, a unos meses de iniciado el nuevo gobierno, lo que tenemos es una Secretaría de Turismo acéfala, sin rumbo, y con decisiones que empiezan a oler a desastre.
La renuncia de la Nena de la Reguera a la titularidad de SECTUR no solo deja una vacante, deja una estela de improvisación, desorden y falta de claridad. Se fue sin pena ni gloria, y tal vez haya quien pregunte: ¿cómo es que llegó ahí? ¿Quién la propuso, con qué visión, con qué plan? Pues sabido es que su carta fuerte era ser amiga de la Gobernadora. Mal. Muy mal. Porque si Veracruz va a jugarse su reactivación económica y su imagen nacional con apuestas sin sustancia, entonces lo que vendrá no será promoción, sino retroceso.
Y que no nos engañen: un gobierno que empieza moviendo piezas clave sin una razón clara, no es un gobierno que transmita estabilidad. Es un gobierno que aún no entiende que el turismo no se improvisa. Que no basta con la buena voluntad ni con los apellidos de alcurnia. El turismo se planea, se ejecuta con técnica, con profesionalismo, con inteligencia territorial y sensibilidad social.
Los números no mienten: el turismo representa el 8.6% del PIB nacional, genera casi 5 millones de empleos y es el segundo motor de empleo femenino. En 2024, México recibió más de 86 millones de visitantes internacionales, con una derrama de casi 33 mil millones de dólares. ¿Y Veracruz? Apenas busca posicionarse, pero lo hace con una baraja rota, con una narrativa frágil, y con nombramientos que en vez de sumar, restan.
La zona de Los Tuxtlas fue nombrada como modelo de turismo comunitario por el gobierno federal. Airbnb firmó un acuerdo para promover turismo responsable. Los puentes vacacionales dejaron más de 50 mil millones de pesos a nivel nacional. ¿Dónde está Veracruz en esta ola de oportunidades? ¿Dónde está la estrategia estatal para capturar visitantes, generar empleo y crear desarrollo local? No está. Porque no hay cabeza. Porque no hay visión.
Y mientras tanto, quienes verdaderamente saben de turismo, quienes han trabajado años en el sector, siguen fuera. No son escuchados. No son convocados. ¿Cómo se pretende impulsar el turismo sin técnicos, sin interlocutores válidos, sin una estructura capaz de responder a los retos del siglo XXI?
Es momento de una sacudida real. No basta con anunciar un relevo. Se necesita una refundación del proyecto turístico estatal. Veracruz merece más que ocurrencias. Merece una agenda clara, con metas medibles, con profesionales al frente, con promoción internacional y con dignidad para su patrimonio.
La gobernadora tiene la oportunidad de enmendar el rumbo. Pero debe hacerlo con decisión y con autocrítica. Porque lo que está en juego no es un puesto más, es el futuro económico y cultural de Veracruz. Y si no se entiende así, entonces esta renuncia será solo la primera de muchas señales de naufragio.