José Ortiz
A estas alturas, es difícil saber si estamos frente a un ejercicio de justicia democrática… o ante un experimento fallido que amenaza con reventar las elecciones locales en Veracruz.
La elección judicial en curso —esa que supuestamente vendría a renovar el Poder Judicial con legitimidad ciudadana— hoy es un auténtico desastre en construcción. Nadie entiende cómo funcionará, ni cuándo, ni con qué reglas. Y lo peor: nadie quiere asumir la culpa.
Los dirigentes de partidos políticos están molestos y decepcionados. Algunos de ellos, en privado, confiesan que ya no saben ni por dónde viene el golpe. Lo que parecía una elección complementaria, hoy les enturbia el panorama rumbo a las alcaldías. No pueden organizar su trabajo territorial, porque los aspirantes judiciales les están pidiendo estructura, recursos… y hasta dinero. Literal: hay candidatos y candidatas a jueces que se están comportando como si fueran aspirantes a una diputación plurinominal.
La realidad es cruda: hay exceso de boletas, escasa información y una total ausencia de pedagogía electoral. En algunos distritos, se repartirán hasta diez boletas el día de la elección. ¿En serio alguien cree que la ciudadanía va a distinguir entre una boleta para jueces civiles, otra para familiares, otra para municipales, y luego para diputados, regidores y síndicos?
En los pasillos del OPLE nadie da explicaciones claras. En el Tribunal, menos. La Sala Superior ya ordenó corregir las boletas porque violaban la equidad, pero el daño está hecho: la improvisación ya contaminó el proceso. Y en el fondo, hay una sensación generalizada de que se está improvisando una democracia con las prisas del caos.
¿Quién gana con todo esto? Nadie. ¿Quién pierde? Todos: los partidos, los candidatos legítimos, los ciudadanos hartos y, sobre todo, la confianza en un sistema que ya venía lastimado.
Porque una cosa es elegir jueces con legitimidad, y otra muy distinta es empujar un proceso tan mal diseñado que ni los aspirantes saben en qué boleta aparecerán. ¿Así quieren que la gente crea en la justicia electoral?
Veracruz no puede darse el lujo de otra crisis institucional. No cuando hay alcaldías en juego, territorios calientes y estructuras frágiles. Este modelo electoral judicial mal explicado, mal operado y pésimamente comunicado, puede terminar siendo el pretexto perfecto para la deslegitimación generalizada.
Y ojo: no es que estemos en contra del espíritu del proceso, sino de su ejecución torpe, ciega y desconectada de la realidad política del estado. Porque si esto revienta, ni los partidos, ni los jueces, ni los operadores judiciales van a poder alegar sorpresa.
Están avisados. Y no será por falta de advertencias.