PVEM en Veracruz: entre la simulación de Marcelo Ruiz y la urgencia de una agenda verde para los candidatos

José Ortiz / En Corto

En Veracruz, el Partido Verde sigue demostrando que su color no es símbolo de esperanza ni de transformación, sino de oportunismo reciclado y promesas huecas. A unas horas de que arranquen las campañas municipales, queda claro que Marcelo Ruiz Sánchez ha convertido al Verde en una franquicia de simuladores y de intereses personales.

Especialistas en desarrollo sostenible levantaron la voz: Veracruz no tiene programas sólidos para cumplir con la Agenda 2030 de la ONU. Y eso no es culpa del clima ni de los presupuestos federales. Es culpa directa de quienes juraron abrazar la sustentabilidad, pero en los hechos, no pasaron de la foto en el jardín.

¿Dónde están los proyectos de educación ambiental que deberían formar ciudadanos conscientes desde las aulas?

¿Dónde las campañas para el manejo integral de residuos, el reciclaje, la prohibición real de plásticos de un solo uso?

¿Dónde los planes para proteger nuestros ríos, manglares, arrecifes, bosques y selvas que son orgullo de Veracruz y de México?

¿Dónde está la agenda estatal para la transición a energías limpias que reduzca nuestra dependencia de combustibles fósiles?

¿Dónde el impulso decidido a ciudades verdes, al transporte público limpio, a la urbanización sostenible que tanto necesita el estado?

¿Dónde, Marcelo, está el liderazgo que debería tener un partido que se dice “verde”?

En ningún lado.

Pero eso sí, Marcelo Ruiz Sánchez no ha perdido oportunidad de tejer redes, imponer a sus cuadros, colocar intereses personales disfrazados de candidaturas en los 212 municipios de Veracruz.

Todo lo que huele a verde en Veracruz huele a los reductos de Marcelo: un aroma rancio a simulación, a reciclaje político y a oportunidades vendidas al mejor postor.

No hay defensa del agua limpia. No hay lucha real contra el cambio climático. No hay protección de la biodiversidad. No hay política ambiental de fondo.
Hay acomodos, simulaciones y promesas vacías.

Y eso, en un estado como Veracruz, es una traición grave.

Porque aquí no estamos hablando de un estado cualquiera:

Veracruz es la joya natural de México, el territorio que alberga el 35% del agua dulce del país, que cuenta con las costas más ricas del Golfo, la mayor biodiversidad, las selvas, los manglares, los arrecifes y los bosques que deberían ser sagrados.

Veracruz es México.
Y en sus 212 municipios, el Verde ha renunciado a ser voz de la naturaleza, del futuro y de la transformación.

Ahora bien, Edgar Herrera, actual dirigente estatal del Verde, niega que Marcelo tenga alguna influencia real.
Lo dice en los cafés políticos, lo repite en los pasillos. Niega que su liderazgo esté cooptado o condicionado.
Pero si el Verde no limpia su estructura, si no rompe de manera clara con esas inercias que hoy contaminan su credibilidad, el riesgo es evidente: Edgar Herrera podría terminar convertido en aquello que tanto critica.

¿Será que también él abandone la verdadera agenda verde?
Esperemos que no. Por el bien de su futuro… y del apellido que hoy lleva como bandera.

Hoy, más que nunca, Veracruz necesita candidatos que levanten la bandera de la causa ambiental con hechos y no con discursos prefabricados.

Porque el Verde que no defiende el agua, el clima, los bosques y la vida… no es Verde. Es solo una franquicia más en venta.