En un instituto de un pueblo bananero (que aclaramos, no es Veracruz ni Xalapa), la ungida defensora de las féminas no sólo goza del poder político, sino también del poder financiero.
Y es que el director administrativo de ese instituto, es el noviecito de la ungida.
Así que la titular y su noviecito se encuentran en la “plenitud del pinche poder”, como solía decir un ex gobernante de un pueblo bananero que no es Xalapa ni Veracruz.
Ambos tienen el poder político y financiero de ese organismo. Tendrán viáticos sin límite, gastos sin límite, derroche sin límite. ¿Y las mujeres? Pues esas que se rasquen con sus propias uñas.