El cónclave para elegir al sucesor del difunto papa Francisco comenzó este miércoles luego de que los 133 cardenales se encerraran en la Capilla Sixtina para las votaciones luego de una misa.
Los cardenales se encaminaron hacia la Sixtina a las 4:30 de la tarde, hora local, tras permanecer cerca de 15 minutos en la cercana capilla Paulina para una oración inicial oficiada por el secretario de Estado, Pietro Parolin, primero de los cardenales obispos, pues el decano del colegio cardenalicio, Giovanni Battista Re, es mayor de 80 años y no puede participar en el cónclave.
La jornada comenzó con la misa «Pro Eligendo Pontifice» a las 10:00 de la mañana, hora local, en la Basílica de San Pedro del Vaticano, presidida por el cardenal decano, Giovanni Battista Re.
Durante la misa, el cardenal decano le deseo «suerte» al cardenal Pietro Parolin mientras se daban la paz; Parloni, situado a la derecha de Giovanni Battista Re le dijo apartándose del microfóno: «Suerte por partida doble» (auguri… doppi), entre sonrisas.
Después, por la tarde, los 133 purpurados con derecho a voto, por tener menos de 80 años, han sido convocados a las 4:15 de la tarde, hora local, en la Capilla Paulina del Palacio Apostólico.
Acto seguido, desfilan entonando las letanías y el canto ‘Veni Creator’ de invocación del Espíritu Santo hasta su encierro en la Capilla Sixtina, previsto un cuarto de hora más tarde.Los cardenales irán entrando en esta monumental capilla y, tras el juramento sobre el Evangelio, el maestro ceremoniero, Diego Ravelli, expulsará del lugar a toda persona ajena al cónclave con la fórmula en latín ‘Extra Omnes’ (fuera todos) y cerrará sus puertas.
Los cardenales votarán en la Capilla Sixtina aislados y a puerta cerrada y más tarde de este miércoles se prevé el primer escrutinio y la primera «fumata» (humareda).
El resultado de cada votación es comunicado al mundo exterior con el humo de la chimenea colocada en lo alto de la capilla: si es de color blanco, significará que se ha elegido un nuevo papa; si es negro es que no ha habido acuerdo y el cónclave continuará.
Los cardenales votarán encerrados en la Sixtina cuatro veces al día —dos por la mañana y dos por la tarde— y por la noche dormirán en la Casa Santa Marta y otro edificio cercano, sin poder abandonar el territorio vaticano ni poder comunicarse con nadie externo.
Los cardenales que deberán elegir al nuevo papa en el cónclave desde este miércoles lo harán aislados en la Capilla Sixtina y votando día tras día, en un ciclo de escrutinios que prevé pausas y límites, hasta lograr un acuerdo.
Los últimos cónclaves han sido generalmente rápidos: Francisco fue elegido en 2013 en la quinta votación, Benedicto XVI en 2005 en la cuarta y Juan Pablo II en 1978 en la octava, aunque otros se alargaron más, como el de Pío XI en 1922, que requirió catorce.
El método de elección del pontífice está regulado milimétricamente en la constitución apostólica ‘Universi Dominici Gregis’ (1996) y otros documentos vaticanos y, ante la eventualidad de que se alargue, prevé una serie de pausas de reflexión y salidas.
El objetivo es acelerar el acuerdo y, para ello, esa legislación establece que los cardenales voten encerrados en la Sixtina cuatro veces al día: dos por la mañana y dos por la tarde.
En esta ocasión, los purpurados comenzaron su reunión en la tarde de este miércoles, aislados, a partir de las 04:30 de la tarde, hora local, y poco después se someterán ya a la primera votación.
La Constitución, en su artículo 74, establece que si después de tres días de escrutinios, es decir, de doce votaciones, los cardenales «encontrasen dificultades para ponerse de acuerdo sobre la persona elegir», las sesiones se suspenderán por un día.
En esa pausa, podrán dedicarse a «la oración, al libre coloquio» entre ellos y a escuchar una «breve exhortación espiritual» del primer diácono.
En este cónclave, de alargarse, la pausa previsiblemente sería el próximo domingo, después de trece votaciones infructuosas (la de la tarde del miércoles y las cuatro del jueves, viernes y sábado).
La continuidad del cónclave, desde ese momento de pausa, alternará en los días siguientes ciclos de siete votaciones y recesos.
En la sexta y séptima jornada los cardenales llevarán a cabo otras siete votaciones y, si no hay acuerdo, en la última tarde harán otro descanso. Ya habrían acumulado entre 19 y 20 votos.
Luego se volverá a votar hasta un máximo de otras siete ocasiones, en lo que sería ya su octavo y noveno día. El escrutinio ya se habrá repetido 26 o 27 veces.
Los días diez y once, los purpurados volverán a votar otras siete veces. En ese momento, si no han elegido un nuevo papa, el cónclave ya sumará un total de 34 votaciones. Las negociaciones parecerán atascadas y la legislación vaticana propone una solución tajante.
Tras un día dedicado a la «oración, a la reflexión y al diálogo» se someterán a la elección los dos cardenales más votados en el último escrutinio, que no podrán expresar su preferencia.
Un cardenal será elegido papa si consigue el respaldo de la mayoría de al menos dos tercios de los cardenales, en este caso 89, ya que los electores ascienden a un total de 133.
El elegido, eso sí, deberá aceptar primero el nombramiento como nuevo pontífice, aunque también podría rechazarlo.
Todo este proceso, de acuerdo al estricto protocolo vaticano, deberá transcurrir en la más absoluta discreción, sin que los purpurados electores salgan de los dominios vaticanos.
Los votos serán quemados tras el recuento en una estufa instalada ya para la ocasión en la Capilla Sixtina y el color del humo anunciará al mundo exterior el resultado: el negro indicará que no hay acuerdo; el blanco precederá el famoso «Hambemus papam».
Los horarios previstos para las ‘»fumatas» diarias son en torno a las 12:00 hora local y las 07:00 de la tarde.