En Corto / ¿De verdad nos quieren hacer creer que Sisniega actuaba por cuenta propia?

José Ortiz / EN CORTO

En el país tropical más parecido a Dinamarca —al menos en los delirios mañaneros— llamado Veradamarca, los pillos salen bien librados y los ciudadanos terminan esperando turno en hospitales sin jeringas. Esta semana, cuando parecía que por fin la justicia tocaría la puerta de los responsables del desastre en el sector salud, la realidad política mostró lo que de verdad pesa en la 4T: las elecciones, no la ética.

Rocío Nahle, gobernadora electa de Veracruz, dio el paso correcto: reconoció públicamente que hubo daño patrimonial en la Secretaría de Salud por más de mil 500 millones de pesos durante el sexenio de Cuitláhuac García. Lo dijo sin rodeos, con nombres y cifras. Pero el sistema no perdona los gestos de decencia si estorban al calendario electoral. Desde la capital, la presidenta Claudia Sheinbaum se apresuró a apagar el fuego: “yo tengo la mejor opinión de Cuitláhuac”, dijo, como si con eso bastara para limpiar los expedientes, los contratos, los desvíos y la podredumbre.

Nahle cometió el error de decir la verdad antes de las urnas. Su intención fue buena, pero su «timing» no fue el más acertado. No por falta de visión, sino porque en este régimen de unidad ficticia, la crítica no se tolera ni entre aliados. La orden llegó rápido: hay que proteger a Cuitláhuac, no moverle nada hasta después de los comicios. Y así, se le dobló la mano a la gobernadora antes de que pudiera mostrar toda la basura que dejó el exgobernador que prometió transformación y entregó ruina.

Y claro, para cuidar las formas, el discurso oficial aclara que “no es contra Cuitláhuac, es contra un funcionario que se mandó solo”. El señalado es Jorge Sisniega, exadministrador de SESVER, quien tendrá que explicar cómo desaparecieron más de mil 500 millones de pesos del sistema de salud. Pero ¿de verdad nos quieren hacer creer que Sisniega actuaba por cuenta propia? ¿Que todos esos contratos irregulares, compras fantasma y desvíos multimillonarios eran ocurrencias de un burócrata de medio nivel?

Si alguien duda, que le pregunte a Antonio Pola Navarro, exsubdirector financiero, cómo se operaban los movimientos de dinero, cómo se acomodaban las licitaciones, cómo se triangularon recursos para pagar favores, campañas, caprichos. Nadie en su sano juicio puede creer que Jorge Sisniega era un lobo suelto. Era, más bien, el operador favorito del hombre que hoy goza de su retiro prematuro, rodeado de juventud, mimado por efebos que lo mantienen bien nutrido, mientras disfruta de la inercia de lo robado.

Y mientras tanto, en Veradamarca, hay hospitales que no tienen ni gasas. Hay doctores que hacen doble guardia por sueldos miserables. Hay pacientes con cáncer que venden comida en la banqueta para poder comprar medicamentos que el gobierno desvió. Todo eso ocurre mientras Cuitláhuac es defendido como si fuera un prócer, como si no acabara de entregar uno de los sexenios más oscuros, más inútiles y más desvergonzados que haya visto Veracruz.

Y el problema no es solo él. Es el sistema que prefiere cubrir a los suyos antes que enfrentar a la justicia. Es la presidencia que protege a los leales aunque sean ineptos. Es la narrativa que exige disciplina, no resultados. Es esa idea retorcida de que quien sirve al proyecto puede fallarle al pueblo, pero jamás al partido.

Rocío Nahle merece reconocimiento por haber intentado corregir. El error fue político, no moral. Y aún tiene margen para demostrar que no será otra gobernadora atrapada en la telaraña del pasado. Pero si el silencio se prolonga, si las investigaciones se detienen, si los expedientes se archivan, entonces Veradamarca seguirá siendo lo que ya es: una fantasía de primer mundo con cimientos de podredumbre.

Y mientras los veracruzanos sufren las consecuencias del saqueo, los culpables sonríen. El más importante de todos, el mismo que dijo “ya me voy porque no quiero poder”, vive tranquilo, impune, untado de juventud y disfrazado de estadista. Y lo peor es que el sistema lo cuida. Porque la justicia, en este reino de caricatura, siempre llega tarde… si es que llega.