Por: Manuel Gallegos
Tras el homicidio del joven pescador José Luis Chipahua, atropellado por una camioneta vinculada al convoy del dirigente estatal de Morena, Esteban Ramírez Zepeta, el silencio del líder morenista ha generado un creciente malestar social y una fuerte presión política.
A pesar de que Veracruz se encuentra en plena efervescencia electoral por las campañas municipales, Ramírez Zepeta lleva ya tres días sin aparecer en actos públicos ni encabezar eventos de campaña, una ausencia notoria en el contexto de la crisis mediática provocada por el caso Uxpanapa.
Desde que se conoció que el vehículo implicado en la muerte del joven —una Suburban negra sin placas— presuntamente formaba parte de su convoy, el dirigente estatal no ha emitido declaración alguna ni tampoco ha asumido una postura oficial sobre los hechos. El presunto responsable, Alberto Redondo Gómez, fue detenido por la Policía Estatal, pero las autoridades aún no han esclarecido si hay vínculos políticos directos en el caso.
El descontento en la región de la Chinantla va en aumento. Los pobladores acusan omisión, encubrimiento y uso indebido de recursos públicos para fines partidistas. La Fiscalía General del Estado, por su parte, ha sido criticada por su lentitud e ineficiencia, lo que ha contribuido al clima de tensión.
A este silencio se suma también el de Aarón Enríquez, secretario de Jóvenes del Comité Ejecutivo Nacional de Morena, quien ha acompañado a Ramírez Zepeta en giras recientes por Veracruz. Enríquez, también veracruzano, no ha ofrecido postura pública sobre los hechos, a pesar de su cercanía con el dirigente estatal.
El senador de Morena, Manuel Huerta, ha sido hasta el momento la única figura del partido que ha hecho un llamado a la justicia: “No puede haber negligencia ni abandono”, dijo, y pidió que se esclarezca el uso de vehículos y recursos que presuntamente involucran a actores políticos en este crimen.
Mientras tanto, la familia de José Luis Chipahua y la ciudadanía siguen esperando respuestas. La ausencia de los principales líderes morenistas veracruzanos en un momento crítico empieza a convertirse no solo en una crisis de imagen, sino en una señal preocupante de falta de responsabilidad política.