EN CORTO
José Ortiz
En Veracruz, las candidaturas ya se repartieron. Pero hay quienes no se conforman con la rebanada: quieren la pastelería completa. Uno de ellos es Carlos Torres Ramírez, actual director de la Administración Portuaria Integral (API) del Estado, quien no contento con colarse a un cargo estratégico sin méritos técnicos, ahora quiere tumbar al dirigente estatal de Morena, Esteban Ramírez Zepeta, y apropiarse del control del partido.
Lo grave no es que lo piense.
Lo repite. Lo grita. Lo presume en sobremesas, cantinas y encuentros con operadores políticos. Asegura que “Esteban ya se va”, que “él tiene el respaldo de arriba”, que “ya está amarrado para dirigir Morena en Veracruz”.
Y lo dice entre trago y trago. Con la lengua suelta y el ego inflado por la impunidad.
Pero eso no es todo.
Carlos Torres carga un historial que lo descalifica por sí solo. Según testimonios de más de 200 personas, fue uno de los responsables del fraude financiero cometido a través de la caja de ahorro “El Azotal”, donde desaparecieron entre 28 y 30 millones de pesos.
La denuncia fue presentada en la Fiscalía de Jalacingo desde 2016 y, como muchos expedientes en Veracruz, fue sepultada entre carpetas y favores.
Aún así, fue premiado con una dirección estatal.
Y ahora, con esa misma facilidad con la que prometía intereses en el pasado, ofrece candidaturas, cargos partidistas, direcciones y gestiones. A quien se le acerque le promete “alineación con el próximo proyecto”.
El problema es que el proyecto solo existe en su cabeza… o en su resaca.
Carlos Torres quiere más.
Quiere desplazar a Ramírez Zepeta. No por visión política, sino por ambición personal.
No por trabajo, sino por chantaje político.
Su estrategia es el alarde. Su campaña es la lengua. Su respaldo, la arrogancia.
Y mientras en Morena se busca consolidar estructura, defender el voto y no perder la credibilidad, Carlos Torres anda sembrando caos, división y promesas imposibles.
Esteban Ramírez Zepeta no puede voltear hacia otro lado.
El reto no viene de fuera. Viene de dentro. Viene de alguien que se infiltró, se acomodó y ahora se quiere imponer.
Morena no puede permitirse que su discurso se destruya desde adentro por culpa de operadores sin principios.
Y Veracruz ya no está para otro “lidercito” de ocurrencias.