José Ortiz / EN CORTO
Me apena profundamente por algunos buenos perfiles que participaron en la elección para jueces y magistrados creyendo de buena fe en un proceso que, desde su concepción, fue diseñado para no tener legitimidad.
No es un juicio a las personas, sino al sistema. Porque lo que vimos fue un montaje, una escenografía de democracia con resultados ya definidos por el régimen. Una elección donde los ciudadanos no contarán los votos, no cancelarán boletas frente a sus vecinos, no presenciarán la cadena de custodia del material electoral. ¿Y por qué? Porque los resultados ya están listos, cocinados, tamaleados.
Con boletas diseñadas como exámenes de ingreso a la Universidad Veracruzana, con decenas de nombres que confundían a cualquier ciudadano de buena voluntad, lo que vimos fue un ataque frontal al pensamiento crítico. Y para cerrar la burla, en múltiples casillas de Veracruz —y en todo el país— se reportó que los votantes sacaban de sus bolsas pequeños “acordeones” con las opciones que debían marcar, enviados por Morena y su estructura electoral. Algunos incluso lo leían desde sus celulares. Morena obligando a sus votantes a seguir órdenes, a no pensar, a marcar lo que el partido dictó. Como en una dictadura: quien razona, estorba; quien obedece, sirve. Fue la elección del “acordeón de la maldad política”, una coreografía de control mental al servicio de un movimiento que perdió el alma.
Y no olvidemos: el régimen tiene los paquetes en su poder varios días. ¿Para qué? Para lo que siempre ha hecho el poder cuando no hay vigilancia: manipular. Con un nivel de participación que, según estimaciones del propio INE, no llegará ni al 15 por ciento, el resultado será una elección judicial deslegitimada desde el origen. Una tragedia democrática que quedará marcada con letras negras en la historia reciente del país.
En Veracruz, este estado que tantas veces ha sido laboratorio político de México, se consuma una de las grandes derrotas morales y políticas de la 4T. El desastre lo provocaron no los adversarios, sino los propios actores de Morena: un partido que no está conformado por estrategas ni por cuadros pensantes, sino por una fauna de soberbios descontrolados, llevados al poder no por mérito, sino por los traumas y odios que supieron capitalizar. No entienden de democracia ni de institucionalidad, porque no nacieron para ella. Nacieron del resentimiento.
Y como el monstruo está herido, aplicarán todos los actos porriles y desesperados de su herencia genética para intentar rescatar lo que se pueda. Aquí es donde el Partido Verde muestra su verdadera cara: la del oportunismo más puro. Siempre al servicio del poder, hoy simplemente arrastrado, sin rumbo. Tuvo la oportunidad histórica de crecer y dar el salto, pero prefirió la sumisión. Mientras tanto, el PT, que repite sin cesar que “es la 4T”, se ha desmarcado y comido el mandado. ¿Será que el PT ya entendió que no es lo mismo traicionar que sobrevivir?
Las casillas estuvieron llenas de adultos mayores usados como carne de cañón. No por conciencia, sino por manipulación y abandono. Morena, un partido que presume cuidar a sus abuelos, los revienta hasta la muerte en jornadas donde ya se reportan fallecimientos. ¿Esa es la empatía de la Cuarta Transformación?
Todo esto en medio de una crisis económica que se avecina, una recesión sin precedentes, un país sin rumbo, sin representación seria en el extranjero, con diputados que viajan a Estados Unidos solo a tomarse fotos. Con una Presidenta que no puede contener la descomposición de su gobierno, porque quiso parecerse tanto al “mesías tropical” que terminó perdiendo su identidad.
Y, sin embargo, Veracruz se erige como el epicentro del hartazgo nacional. Desde aquí, desde esta tierra bendita y saqueada, se ha comenzado a gritar lo que muchos piensan en silencio: ¡váyanse ya al basurero de la historia! Morena, el Verde, y todos los vividores de la esperanza ajena. Ya no hay más tiempo para componendas. La gente ha hablado con el desdén de su voto o con el silencio del abstencionismo.
Y sí: Movimiento Ciudadano se perfila como la segunda fuerza en el estado de Veracruz. Está en la coyuntura histórica que otros partidos despreciaron. La pregunta que queda en el aire es simple: ¿Aprovecharán su oportunidad o se perderán como los otros?
Veracruz ya despertó. El resto de México decidirá si prefiere seguir soñando con mentiras… o al fin abrir los ojos.