Morena-Veracruz, en la encrucijada: o reconocen que perdieron o deciden regocijarse en la mentira y la simulación

Las elecciones municipales recientes en Veracruz arrojaron resultados que, si bien en el papel pueden parecer favorables para la coalición Morena–Partido Verde, en el fondo exigen otras lecturas.

Esta jornada electoral dio muchas lecciones: de acuerdo con los datos oficiales, la coalición mencionada obtuvo 60 ayuntamientos, el número más alto del estado. Sin embargo, al desagregar los números, el panorama cambia: Morena por sí solo apenas conquistó 11 presidencias municipales, con una votación directa de apenas 3.8%. Sería ingenuo cantar victoria con estos datos o de plano obsesionarse en fingir que no pasó nada.

Las y los veracruzanos están explorando nuevas opciones. Movimiento Ciudadano, por ejemplo, emergió como la segunda fuerza en el estado con 41 municipios ganados y una votación que superó el 19%. El Partido del Trabajo, actuando sin coalición, logró 28 alcaldías. Estos resultados no deben tomarse a la ligera, sino como evidencia de una recomposición política impulsada por el hartazgo, la desilusión y, en algunos casos, por el vacío de representación efectiva.

Y eso ocurrió en varias regiones de Veracruz, donde se perdieron municipios que hasta hace poco eran considerados bastiones.

¿Puede una fuerza política considerarse ganadora cuando retrocede en confianza ciudadana, cuando pierde territorios simbólicos y cuando las bases empiezan a fracturarse?

¿Qué significa realmente “ganar”?

Podrán decir y buscar «convencer», pero lo cierto es que para las próximas elecciones no será tan fácil ganar con buenas intenciones.