Estudios han demostrado que los pensamientos suicidas ocurren con mayor frecuencia entre adolescentes y jóvenes, por lo que una estudiante de posgrado de la Universidad Veracruzana (UV), en colaboración con Iliana Tamara Cibrián Llanderal, su directora de tesis, desarrollan una investigación que analiza los factores que llevan a la juventud hacia estas ideas.
Tamara Cibrián, académica del Instituto de Neuroetología, en sus líneas de investigación trabaja la evaluación de la cognición social y de la teoría de la mente en población general, en población vulnerable y en población estudiantil.
En entrevista, detalló que este proyecto es una continuación del que inició en la maestría la estudiante Lisbeth Galindo Day y hoy en día es su proyecto de investigación doctoral, “Ideación suicida en universitarios: funciones ejecutivas, teoría de la mente y factores psicosociales”.
La catedrática explicó que la joven cursó su maestría prácticamente en la pandemia por COVID-19, entonces se tuvieron que modificar las estrategias de evaluación.
Durante este lapso evaluó a la población en general porque no había actividades presenciales en la UV; no obstante, al convertirse en una experiencia 100 % virtual, recibió mil 200 participantes, valorando diferentes dimensiones y factores relacionados a la ideación de suicidio.
“No solo a la ideación, la conducta suicida tiene diferentes dimensiones; por un lado, la relacionada con pensar: ‘estaría mejor que no estuviera’, ‘estar mejor muerto que no estar o muerta que no estar’. La otra dimensión es el intento de suicidio, la planeación, hacer estrategias o estar pensando en cómo se llevaría a cabo; por otro lado, está el intento de suicidio y, como parte final, el suicidio consumado. Todos estos factores se involucran a la conducta suicida”, advirtió.
Como resultado de dicho trabajo, confirman conclusiones de numerosos estudios de la población durante la pandemia; por ejemplo, la comorbilidad con trastornos afectivos como la depresión o altos niveles de ansiedad, también tener una vida altamente vulnerada o experiencias adversas en la infancia.
Sin embargo, hay algunos factores que no necesariamente se han observado, uno de ellos es la cognición social, que “tiene que ver con las capacidades o las habilidades que tenemos como seres humanos para identificar las emociones, las intenciones, y todo lo que nos quiere decir el entorno, cómo comprendo el entorno de los demás, pero también cómo me expreso ante ese entorno. Cuando yo quiero comunicar una emoción, cuando me estoy peleando con alguien, cuando estoy en una situación que me está rebasando, cómo reacciono ante esas situaciones sociales”.
El estudio también abarca una dimensión cognitiva porque depende de las modulaciones en diferentes regiones cerebrales.
“Afortunadamente, el proyecto podemos realizarlo en población universitaria, el objetivo es identificar estos factores psicológicos y sociodemográficos que estén asociados a la ideación suicida en los estudiantes de Universidad Veracruzana y de la Universidad Anáhuac.”
Son dos instituciones con características similares y distintas, una pública y la otra privada; sin embargo, sus comunidades estudiantiles enfrentan problemas parecidos y otros que surgen de sus entornos específicos.
Cibrián Llanderal señaló que una de las principales causas de muerte en la población joven y adolescente es el suicidio; por tal razón, es importante contribuir con investigaciones basadas en evidencia para conocer el contexto local, regional y estatal.
“Esto nos permitiría también contribuir a las políticas de salud mental que puedan estar diseñándose tanto en la Universidad Veracruzana como la Universidad Anáhuac; ambas tienen espacios de atención a la salud mental para la población universitaria, pero muchas veces esos espacios no están debidamente capacitados o preparados para la atención a víctimas de ideación o de intento de suicidio.”
Precisó que el proyecto está avalado por los comités de investigación y bioética del instituto y cumple con la reglamentación ética para el trabajo con seres humanos.
Será el próximo semestre cuando se ponga en marcha la siguiente fase del proyecto: aplicar el instrumento con ambas poblaciones estudiantiles, el cual será completamente confidencial, por ello invitó a las y los universitarios, que así lo deseen, a participar.
Consistirá en la aplicación de instrumentos psicométricos “que evalúan diferentes áreas de la psicología, psicometría y cognición en población mexicana, todos ellos validados”, añadió.
Tamara Cibrián recalcó que ya desde el instrumento piloto, aplicado a una muestra de 50 estudiantes, está generando datos interesantes, como una correlación entre quienes manifiestan depresión, baja autoestima, mayor impulsividad o experiencias adversas que los han vulnerado en la infancia o adolescencia, con la ideación suicida, a las que se suma el entorno familiar o económico adversos.
“Aunque son preliminares y todavía no podríamos hablar de una muestra representativa, sí podríamos decir que uno de los factores protectores ante la ideación de suicidio o para las diferentes condiciones que puede presentar en su salud mental un joven estudiante, es la existencia de una red de apoyo.”
El 15 % tiene sintomatología depresiva grave y esto les ha llevado a diseñar un proyecto mucho más robusto, buscando impactar a la mayor cantidad de población universitaria posible, “pero además ponernos en contacto con las instituciones dentro de la UV y la Universidad Anáhuac para la atención a toda esta población que puede estar en riesgo, darles estrategias de regulación emocional, de afrontamiento, y de manejo ante estas situaciones”.
Entre los beneficios del proyecto se contemplan actividades de divulgación de la ciencia para la prevención del suicidio y para la identificación de factores de riesgo; al finalizar la evaluación se les entrega a los participantes una valoración y la opción de que puedan tener un directorio de atención psicológica especializada, la mayoría sin costo.
La investigadora enfatizó la necesidad de hablar sobre el suicidio y abordarlo desde varios aspectos, porque todavía se tiene una idea errónea de que hablar sobre el tema puede incitar a las juventudes a considerarlo como una opción, pero se ha demostrado que socializarlo puede evitar este tipo de pensamientos.