En Corto / EL POLÍTICO PROFESIONAL

José Ortiz / EN CORTO

Un político profesional no requiere ni siquiera de asesores de medios.

Un político profesional mide milimétricamente sus palabras, sus declaraciones.

Los deslices verbales o las frases ambiguas que pudieran ser utilizadas por los adversarios como armas, es un error muy común de los improvisados.

El político profesional se construye a sí mismo, construye su propia narrativa, construye su rumbo y su destino.

Fidel Herrera Beltrán, él mismo era su propio jefe de prensa. Él hacía acuerdos y amarres con los medios de comunicación. Alfredo Gándara sólo era un administrador de boletines y pagador de chayos y convenios.

Fidel Herrera jamás declaró algo que se le devolviera contra él como un “boomerang”. Al contrario, fustigó de manera severa a sus colaboradores que se soltaban de la lengua o de los que eran proclives a la diarrea verbal. A esos imprudentes que no sabían controlar a la “sin hueso”, el cuenqueño solía recomendarles “continencia verbal”.

Y cuando a Fidel Herrera trataron de involucrarlo con el narcotraficante Pancho Colorado, el oriundo de Nopaltepec contestó con la ocurrencia de que “tengo amigos nacos, pero no narcos”. Y con esa gracejada se puso punto final a la polémica.

El político, si no calcula el impacto de sus palabras, así sean las frases mejor intencionadas, pero si se prestan al escarnio y a la ambivalencia, ese político es presa, es víctima de sus propias palabras. Culpar a los demás de miserables por los errores propios, es exhibir las limitaciones propias.

Fernando Gutiérrez Barrios, tuvo fama de represor y policía malo, pero jamás, nadie, lo acusó de argumentar algo fuera de lugar. Siempre pulcro en el vestir como en el hablar. Pulcro en sus modales, como en sus palabras. Medía meticulosamente la trascendencia de sus expresiones lingüísticas. Y lo que no sabía, lo preguntaba a su inteligente cuerpo de asesores. Siempre llevaba consigo tarjetas, las cuales consultaba discretamente, para lanzar la palabra precisa, ya sea en reuniones, o declaraciones de prensa.

Eran otros tiempos, los de los políticos profesionales. Ahora ya cualquiera se dice político, aunque cuenten con el respaldo de un pueblo que a veces suele errar, pues es de humanos equivocarse.

Pero aún es tiempo de corregir, de enderezar el rumbo. Pero siempre con humildad y mansedumbre. La ira, la cólera desatada, no son buenas consejeras. Veracruz demanda gobernantes con voz firme pero serena. Con voz de mando, pero sin rabietas. Aún es tiempo de actuar con madurez y sensatez. Los nuevos tiempos así lo demandan, así lo requieren. Pero, de lo contrario, si se sigue transitando por la senda equivocada, seguiremos siendo testigos de la improvisación de un gobierno sin brújula y sin destino.