El descuidar a tu pareja, puede tener consecuencias
Por Roberto López Barradas
El exceso de trabajo y las obligaciones, van abriendo una brecha entre las parejas. La falta de atención, el descuido y la omisión, son factores que van mermando el amor, generan desencanto, propician rupturas, ocasionan infidelidades. No se puede anteponer el trabajo, las ocupaciones y a los demás, antes que tú pareja, porque esa es la fórmula exacta para sentenciar tus relaciones sentimentales.
Es tan fácil creer que no pasa nada, que no se lástima la relación, que tu pareja lo entenderá, y más cuando no hay reclamo alguno de por medio, quien está cometiendo el descuido, no se da cuenta que cada día que pasa, repitiendo una y otra vez esa situación, es como echar un puño de tierra a la relación, como atizar el fuego de la hoguera, casi como si estuviera dando un empujón más hacia la ruptura, la infidelidad o el abandono.
No es algo nuevo que solo acontece a las parejas modernas, en las que normalmente ambos trabajan, se ocupan gran parte del día, salen muy temprano de casa y regresan hasta pasada la noche; y las preocupaciones, las obligaciones y el cansancio, se interponen en la atención de su pareja.
Éste es un problema que tiene años, décadas, que generaciones anteriores también lo padecieron. Y me pueden tachar de cursi o exagerado, pero recuerdo que en las telenovelas era una situación frecuente, donde uno de los protagonistas engañaba a su pareja, poniendo como excusa la falta de atención y el descuido por parte del otro; y cuando era descubierto(a) por su pareja, y le reclamaban por su infidelidad, se defendía con una frase un tanto poética: «tú me descuidaste, me arrojaste a los brazos de otra persona», además de dar argumentos como: no me digas que no te dabas cuenta, que me ignorabas por estar sumido(a) en tu trabajo, tus obligaciones, tus preocupaciones, no tenías tiempo para mí, para estar conmigo y diste por hecho que todo estaba bien entre nosotros, pero me cansé de esperar y en lugar de reclamar, busque lo que no me dabas en otra persona.
Sé que es un tema difícil, duro, crudo, pero desgraciadamente es real. De nadie más es la responsabilidad de cuidar a su pareja que de uno mismo. No se puede hacer a un lado a tu ser amado por dedicar todo tu tiempo al trabajo, a tu negocio. Hace años comentaba en otro artículo que el trabajo es un medio, no un fin, que debe haber el justo equilibrio entre el trabajo y tu vida personal, máxime cuando se trata de tu pareja o de tus hijos. Y déjame decirte, que en el caso de los hijos, éstos se acostumbran a la ausencia de los padres, sin exigir tanto su atención sino hasta que ya son mayores y entonces vienen los reproches «nunca tenías tiempo para mí, para nosotros» y lo que es peor aún, los hijos crecen y el tiempo no te devuelve nada, lo que no pudiste vivir o disfrutar con ellos cuando eran pequeños, ya no lo vas a recuperar (sayonara my friend).
Pero en el caso de tu pareja, es distinto, es más severo, más drástico, es irreparable, irresponsable e irremediable. Tu falta de atención, tu descuido, tu omisión, tendrá consecuencias fatales, traerá dolor o dejará cicatrices profundas.
Recuerdo que hace años leí un artículo, que decía que tu pareja es la persona que menos segura puedes tener, que debes de cuidarla todos los días. Que cuando algunos miembros de la familia (hijos, hermanos, primos) se separan por un tiempo o incluso por años, por cualquier circunstancia (estudios, trabajo, deporte, proyectos personales) con el tiempo, el amor, el cariño sigue ahí, intacto, como si no le pasara nada, y el reencuentro puede ser aún más emotivo. Es común ver está escena en los aeropuertos, terminales de autobuses o estaciones del tren, como las familias se reencuentran y se abrazan con el mismo amor que los une. Pero a ver intente hacer lo mismo con su pareja, váyase un año o más y a ver qué encuentra cuando regrese. Siempre recuerdo que ese columnista decía, nunca he escuchado a ningún padre decir, ahí va mi ex-hijo, mi ex-hija, o algún hijo decir, aquel es mi ex-padre o allá va mi ex-madre, pero es muy común escuchar a las personas decir, ahí va mi ex-pareja.
Tenemos que cuidar a nuestra pareja, debemos reparar en el cuidado y la atención que le damos, no podemos hacerla a un lado, por dedicar nuestro tiempo y esfuerzo a las obligaciones laborales. El Trabajar duro para ganar mucho dinero para darle una vida de lujos a tu pareja, a menudo es una dicotomía que trae aparejada un conflicto intereses, porque el amor (amor genuino, sin fingimientos) es una de las cosas que el dinero no puede comprar.
Te puede costar más caro el dolor y el sufrimiento de ver a tu pareja perdida, que todo el fruto de tu esfuerzo por conseguir el mejor trabajo o los mejores negocios. El trabajo, el dinero es importante, pero te vas a arrepentir, cuando veas que no es nada la riqueza comparada, con lo que yo a tí te dí… Perdón, ya me salió una canción, pero es verdad.
El Dr. Gary Chapman, en su libro los 5 lenguajes del amor, afirma que el amor es determinante. Nos hace sentir importantes, que la vida tiene sentido, que existe un propósito más alto, cundo amamos y somos amados plenamente. Queremos creerlo, pero puede ser que no me sienta importante hasta que mí pareja me exprese su amor. En otras palabras, cuando mi pareja invierte tiempo, energía y esfuerzo en mí con amor y cariño, entonces creo que soy importante. Sin amor, quizá me pase toda la vida en busca de significado, autoestima y seguridad. Cuando experimento amor, esto influye en todas esas necesidades de manera positiva.
Así que hoy, por un tiempo, hagamos a un lado el trabajo, los negocios y las obligaciones, y dediquemos un tiempo especial a nuestra pareja, para dar y recibir amor, aunque para muchos, debido a sus múltiples ocupaciones, compromisos y actividades, les es difícil hacerse un tiempo para el amor, como lo decía Germán Dehesa en la película “cilantro y perejil” ¿aún hay tiempo para el amor? ¿Hay tiempo para ese contratiempo que es el amor? yo creo que sí, sólo basta esforzarnos un poco para demostrar cuanto nos amamos, cuan felices y bendecidos somos por tenernos a un lado, con ese amor que sentimos, puro, inmenso y sagrado.





