Aunque llevan varios años en campaña, los Yunes formalmente iniciaron las preliminares para la gubernatura de Veracruz o precampaña por la nominación, como le llamemos, es lo mismo.
No fue fácil llegar para ninguno, pero al final los dos quedaron en la recta.
Hay que cruzar el requisito de la precampaña que culmina el 13 de marzo y luego esperar a abril para ir a la campaña constitucional.
Sin embargo, los catorrazos siguen a todo lo que dan.
Miguel Yunes Linares, el azul de la familia, tiene que remontar, sabe que el tiempo es corto y va abajo en las encuestas, aunque como dicen, sea una foto del momento y esté engañosa.
Héctor Yunes Landa, el rojo de la familia, arranca con varios puntos arriba y tiene que cuidar el marcador y en su oportunidad incrementarlo.
Pero ninguna de las dos tareas es fácil, como en el futbol, el equipo que sale a especular y aguantar el marcador suele vérselas negras para llegar al final del partido con la ventaja. No es nada difícil que lo empaten y le saquen el partido, o cuando menos lleguen a la tanda de los penales, donde es un asunto de suerte el que falla y atina.
Pero ir arriba siempre es una ventaja claro.
El que va abajo normalmente no tiene nada que perder y suele apostarlo todo, recordemos las célebres finales de futbol en todo el mundo.,¡La del América!
Y como no tienen nada que perder los que van abajo, pues van con todo.
Así empezó oficialmente este último tramo.
Héctor viene en la especulación electoral, un discurso conciliador, rescatando a los priistas y prometiendo el retorno del resplandor veracruzano.
Miguel sabe que ya no tiene tiempo, ni ahora ni nunca más si no gana en ésta, y desde el primer segundo que el árbitro pitó salió con todo.
Está jugando para la tribuna, azul y amarilla, pero además a todo el público como él dijo, porque es una coalición que tiene que convencer y su forma es exhibir las debilidades del gobierno.
Héctor salió con una línea defensiva bien parada, después de mucho, logró armar literalmente un equipo modestón pero que le permite jugar el partido dignamente; sin embargo, hay que recordarle que los juegos se ganan con goles, porque el último minuto también cuenta y tiene 60 segundo decía Don Fernando Marcos, el gran cronista deportivo.
A Miguel no le interesa si la defensa juega o no su partido, las instrucciones son ir al frente, atacar y meter goles, tirar de media cancha, tres cuartos, afuera del área, en jugada de pizarrón o de plano hasta el área chica, de izquierda o derecha, de cabecita o con la nalga o el pecho, o la pantorrilla, todo el cuerpo, excepto las
manos.
Algunos técnicos logran salir airosos en juegos de infarto defendiéndose, arman bien su defensa, se plantan con pies de plomo, y nadie los pasa, meten codos, pies, rodillas, manos y cabeza, pero o pasa el balón o el jugador, procuran no equivocarse en el área chica no les vayan a marcar un penal y …. Zas¡¡¡¡¡ ¡Se acabó!
Al final del juego se hincan y prometen nunca mas volver a hacer eso.
A otros técnicos no les sale jugar al todo por el todo para remontar la desventaja. Y aunque llegan y llegan al área, tiran y tiran, el balón simplemente no pasa, no entra en la red, se estrella en el palo, sale por un lado o lo rebotan las defensas, una y otra vez; incluso llegan a tener penales a favor y los fallan¡¡¡¡ hasta que el árbitro marca el final y lloran ante las cámaras porque no consiguieron la hombrada, diría otro de los clásicos cronistas del balonpie mexicano.
El juego que ayer empezó luce en el primer minuto así, un equipo volcado al taque con todo lo que trae, y otro esperando a pie firme las embestidas. Veremos quien trae mejor condición física (mas piernas dicen los entrenadores).
El riesgo de que le metan gol al que se defiende y pierda es muy alto, si no va al ataque de vez en cuando en los 90 minutos de juego. Y el del que ataca es también alto el riesgo que reciba goles si por atacar
no cuida la defensa y en un contragolpe lo agarran mal parado.
Veremos que hacen los técnicos y cómo resuelven los jugadores.
Está muy cerrado y no habrá muchos goles, pero el que caiga, podría ser el del triunfo para el que lo anote.
Por lo pronto, la tribuna quiere juego, quiere divertirse, quiere que los jugadores se luzcan, que se desquite el boleto pagado y la ola cocacola salga a relucir. Falta una reina de la tribuna con el celular en el pecho, y otra que baile al ritmo de “Chiquitibum”. A ver si los mini partidos de relleno y comparsa divierten algo.
El juego ya empezó. Se vale apostar, aunque aquí no hay un pulpo Paul, que prediga quién gana y quién es campeón como en el Mundial de 2010.
Aquí es como en la cancha llanera, con árbitro, pero donde las reglas no las pelan mucho que digamos y lo que cuenta es el alma y corazón que queda en el campo.
Seguiremos la crónica de este duelo anunciado con final reservado.