Mil mexicanos dijeron: a Donald Trump y a Peña Nieto, por sus hechos los conocereis

Las protestas, saqueos, disturbios y el caos generalizado en las mas importantes ciudades de nuestro país, nos obligan a todos los mexicanos conscientes del destino de la patria, a asumir la responsabilidad individual y colectiva que tenemos, para la defensa de las instituciones públicas, del orden jurídico vigente y de la tranquilidad y paz consolidada al cumplirse doscientos años de la Independencia y cien años de la Revolución y la Promulgación de  la Constitución Política de la República, que hoy nos rige. 

Ningún argumento ha sido valido, ni popularmente aceptado, de los que hasta hoy han sostenido en boletines oficiales, entrevistas personales, programas elaborados por las oficinas de comunicación social del gobierno en sus tres ordenes, desde el Presidente de la República Enrique Peña Nieto, el Secretario de Gobernación Miguel Ángel Osorio Chong, el Secretario de Hacienda y Crédito Público José Antonio Meade Kuribreña; ni los gobernadores de la Ciudad de México, del Edomex, de Veracruz, de Nuevo León; y todavía menos los posicionamientos contradictorios con los que pretenden justificar lo injustificable y sus malas decisiones en el Congreso de la Unión, los líderes de los principales partidos políticos nacionales, ni sus cartas que los representan en el Senado o en la Cámara Federal de Diputados; que fueron los que aprobaron la Reforma Energética de Peña Nieto, a cambio de los «moches» y «bonos de fin de año».

El descrédito de la clase política es total; el pueblo, en su mayoría; es decir, los ahora sesenta millones de habitantes en estado de pobreza que acaba de reconocer en medios nacionales el presidente  Peña Nieto, sin duda y como una verdad absoluta, resultan ser los más golpeados de la crisis económica y social ocasionada por el alza estratosférica autorizada al precio de las gasolinas. No hay respeto a la inteligencia  cuando la alta burocracia gobernante insiste en que  no hay daño al bolsillo de los jefes y jefas de familia, que no tienen automóviles propios, puesto que al no adquirir gasolina, no les pegan los aumentos de precio. Solo un ciego no ve que el transporte público es el que lleva a los asalariados hombres y mujeres a su trabajo; a sus hijos a la escuela, a buscar trabajo o cualquier ocupación que les permita un ingreso. Y que el mínimo de razonamiento nos hace ver que la transportación de los alimentos y productos del campo a las centrales de abasto; así como la transportación de todos los artículos de consumo a las plazas comerciales; todo, absolutamente todo se mueve en vehículos de transporte público y privado, que necesita como medio de combustión la gasolina, el diésel, los aceites y todo lo que resulta del trabajo de las refinerías petroleras (seis en nuestros país y ciento cincuenta en Estados Unidos) que fijan los precios y ganancias en los negocios nacional e internacional del Petróleo de México.

Por más conferencias, entrevistas y boletines de prensa que la oficina de Comunicación Social de los Pinos difunda, aún proyectando la carismática figura, pulcra y estéticamente súper cuidada del Presidente Enrique Peña Nieto, en la conciencia del sector pensante retumba aquella famosa interrogante que acabó con la campaña de Roberto Madrazo Pintado y que estuvo a punto de interrumpir la llegada a los Pinos del propio Peña Nieto; interrogante que por cierto decía: «¿Usted le cree a Madrazo? R.-Yo tampoco; o la otra que publicitó Josefina la del PAN, cuando Peña decía ante Notario Público y en campaña: «Te lo firmo y te lo cumplo»; y Josefina y los panistas, lo desmentían diciendo: «Peña no cumple». Lo que desde luego el tiempo ha confirmado ante el incumplimiento del noventa por ciento de los compromisos suscritos ante notario y a dos años de distancia del fin del mandato presidencial de Enrique Peña Nieto.

Nicolás Maquiavelo en su obra el Príncipe capítulo XVIII afirmaba: «»Que los príncipes que han hecho menos caso de la «fe jurada» han envuelto con astucia y se han reído de los que han confiado en su lealtad»». Y aunque las comparaciones son odiosas, y las más de las veces, son comparaciones que van desde el cielo a la tierra, con la misma cita de Maquiavelo, vale la pena comentar que: Alejandro VI se dedicó a pensar en engañar a los hombres; y siempre lo hizo, por haber encontrado oportunidad para hacerlo.

Sin embargo, para conservar el poder y aquí es donde se comprende el sacrificio que hace el Presidente Enrique Peña Nieto, quien para conservar el poder, se obliga contra la fe, la caridad, la humanidad para adaptarse a las circunstancias políticas que se le presentan; hasta hoy, procurando «no apartarse del bien»; pero podríamos adelantarnos, sin titubeos, a afirmar que si tiene que utilizar mano dura en defensa de la estabilidad nacional y de su política energética, lo hará con firmeza y puño cerrado.

Reconocer que los responsables de la imagen presidencial, en estos momentos de crisis y de seguridad nacional, están haciendo su trabajo, es lo más congruente, pues reflejan el conocimiento y respuesta de nuestro pueblo, que juzga: «más con los ojos, que con las manos; porque todos podemos ver, pero pocos tocar».

En todos los escenarios: «todos ven lo que parece ser; pero pocos saben lo que realmente es».

 El desconcierto mayor, se da cuando un príncipe (que podría ser EPN), jamás predica otra cosa que concordia, buena fe, tranquilidad, bienaventuranza y fortuna, aderezados todos esos atributos, de buena fe en la política mexicana; para venir a resultar al final del camino, que el auténtico jefe supremo o comandante en jefe de las instituciones nacionales, es en realidad, enemigo acérrimo de todas esas virtudes.