Este miércoles se cumplió una semana de los saqueos en Veracruz. Muchos han contado su historia desde donde la vivieron, incluso los saqueos han sido el tema de conversación entre niños durante el recreo en las escuelas. Entre los vecinos también se escuchan las anécdotas, algunos prefieren callar, tal vez por haber participado en los robos o para evitar que su opinión genere conflictos.
Hay quienes juzgan a los infractores, otros intentan comprender sus razones, lo cierto es que estos hechos son penados por la ley, y en muchos casos, casi 30 en el puerto de Veracruz, acusados de terrorismo y robo agravado con penas de hasta 30 años, sin importar la necesidad o los motivos.
Hasta el momento, según datos aportados por el gobernador Miguel Ángel Yunes, se han detenido a más de 500 personas que formaron parte de los actos de vandalismo y que infringieron la ley.
Hubo quienes fueron sorprendidos robando comida, que fueron la excepción, ropa, los juguetes de Reyes Magos o electrodomésticos, y señalan que de otra forma no podrían haber obtenido estos artículos y se justifican en la necesidad económica.
Otros más admitían simplemente su avaricia al ofrecer en venta lo robado para ganar un “dinerito” extra, poniendo en peligro su vida y la de los empleados de los comercios saqueados.
Es el caso de Jesús David, trabajador de la sucursal de Chedraui Ponti, quien vivió momentos de angustia durante los saqueos en este inmueble, el más afectado por los actos vandálicos y protagonista en redes sociales.
“Estábamos laborando todos normalmente y de pronto se empezó a ver toda la gente afuera en el estacionamiento, era una turba formada y en eso empiezan a entrar, nada más así, a robarse las cosas, a sacar todo, nosotros los colaboradores lo único que hicimos fue ver, no podíamos hacer más”.
-¿Tuvieron miedo durante esas horas?
“Sí, hubo quienes estuvieron hasta llorando. La verdad Chedraui nos da de comer y entonces que lo destruyan de esa manera pues no se vale, de esto comen muchas familias y verlo cómo se están llevando las cosas además del miedo de perder el empleo”.
– ¿No pudieron detenerlos?
“A las primeras personas sí decíamos que no y los deteníamos pero entre más llegaban… no se pudo hacer nada”.
– ¿Se resguardaron en algún momento?
“Si cuando vimos a muchas personas allá adentro comenzamos a encerrarnos en la bodega, fue lo único que nos quedó. Estuvimos ahí hasta que se calmó todo, como dos horas aproximadamente”.
– ¿A la bodega también entraron después?
“Eso pasó el día siguiente, el primer día se llevaron toda la electrónica y parte de ropa, al segundo día entraron a la bodega a la fuerza”.
– ¿Vinieron a laborar el segundo día?
“Algunos sí vinieron, estaban laborando adentro de la tienda, pero a los que les toca el turo de la tarde, algunos no vinieron ya”.
– ¿Los agredieron a ustedes, alguien resultó lastimado?
“La verdad sí, yo vi a varias de mis compañeras llorando, nerviosas hasta temblando del miedo y del pánico al ver el desastre y sí, algunos se pusieron violentos a repartir golpes a todos”.
– ¿Tu familia sabía lo que pasaba, tuviste contacto con ellos?
“Pues mi familia no sabía nada, supieron hasta que yo llegué, pero presentían que algo andaba mal al ver a los vecinos llegando con carritos llenos de mercancía, suponían que algo estaba pasando. Muchos familiares de mis compañeros llegaron a la tienda para ver cómo estábamos nosotros, la preocupación de las familias sí fue bastante, por la parte de atrás también llegaron familias para sacar a los que podían, los que pudimos nos ayudamos”.
– Vemos que ahora están trabajando para abrir nuevamente la tienda…
“Desde el día siguiente nos citaron a todos para meter mano y ayudar, de hecho vecinos de por aquí vinieron a ayudar a levantar la tienda. Todo es un proceso pero ahí vamos y vamos a recuperar nuestro trabajo”.
Las pérdidas en este comercio fueron totales, señaló el encargado de la tienda quien prefirió omitir su nombre; confían en que pronto las puertas puedan volver abrir y aunque los empleados señalen que será imposible borrar de sus mentes las imágenes que de los hombres, mujeres, ancianos, niños y hasta embarazadas saqueando la tienda, confían en que esto no se vuelva a repetir.