Como es tu costumbre, Fidel, armaste un borlote mediático con el asunto de tu renuncia como Cónsul de México en Barcelona y el anuncio de que regresas a defenderte de los señalamientos que se han hecho en tu contra (que ha hecho en tu contra tu némesis, tu Moriarty, tu enemigo perenne Miguel Ángel Yunes Linares), por la sospecha de que en tu Gobierno (¿y con tu consentimiento?) se usaron medicinas clonadas e incluso placebos para los niños que eran tratados en el Centro de Cancerología del Macuiltépetl.
Evidentemente, una acusación de este tamaño, que tiene que ver con crímenes de lesa humanidad, tuvo repercusiones nacionales e internacionales, y de ahí que hayas aprovechado el escándalo para hacer ruido en los medios de comunicación como tan bien lo sabes hacer.
Dijiste ante ellos que te sientes indignado -y puede ser-, que la imputación no se sostiene por falta de pruebas -y podría ser- y que regresas a vivir a tu departamento de lujo en Veracruz para desde ahí estar cerca y vigilar el transcurso de la denuncia y tu defensa -lo que es totalmente innecesario, porque igual lo podrías hacer desde el consulado catalán-.
Por eso te digo que no vengas, Fidel… pero hay otras razones:
Mira: a ti te tocó bailar en la fiesta por todo un sexenio que empezó hace 12 años y casi dos meses (hay muchos que dicen que igual bailaste en los últimos seis años, pero ése es otro cuento). Y como lo hicieron tus antecesores, lo que seguía era que mantuvieras una sana distancia de Veracruz, en primer lugar para dejar que tu sucesor mandara a cabalidad y en segundo, para que amainara el inocultable rencor que se fue anidando en la gente por tus devaneos administrativos y que también creció en muchos políticos de tu partido porque los desplazaste a mansalva, sin compasión, para insertar a tus muchachos, a los niños de la Fidelidad, que tanto daño hicieron a Veracruz, en el sexenio de Duarte y en el tuyo también.
Eran jóvenes que mal formaste en el rigor de la mentira, en la disciplina del hurto a las arcas públicas, en la inflexibilidad de la soberbia. Sin ética, sin moral, sin escrúpulos, de acuerdo con tu modelo de vida. Sí, ellos fueron los culpables por los últimos y desastrosos seis años.
Pero tú eres el responsable por ellos, sin duda.
Escuché hace unos días las sabias palabras de la delegada del CEN del PRI en Veracruz, Lorena Martínez Rodríguez (por cierto, no cuajó la calumnia que quisieron filtrar tus seguidores -los que te quedan- de que ella venía con la consigna de seguir tus indicaciones al pie de la letra; se ve a leguas que no conocen ni su extenso currículum académico y político, ni la fuerza de su carácter, ni la brillantez de su inteligencia; lástima para ustedes)… escuché, te decía, que Lorena Martínez, quien ha vivido todas las alternancias con el PAN en su tierra natal, Aguascalientes, explicó a un grupo de priistas y periodistas que al PRI en Veracruz le quedan dos cosas: pedir perdón por los excesos de los gobiernos priistas que tienen hundido a Veracruz y participar, como una oposición constructiva y madura, en el largo y trabajoso proceso de rescate del estado.
Y no veo por ningún lado en tus declaraciones que tengas la intención de pedir perdón, y menos que te hayas propuesto auxiliar a los veracruzanos en la crisis profunda en la que estamos, de la que tú eres responsable en buena parte…
Bueno, en la entrega de mañana seguiré y sé que tampoco te va a gustar porque me voy a referir a lo que está haciendo tu némesis, tu Moriarty, tu enemigo perenne.
Qué le vamos a hacer…
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