Justin Trudeau Primer Ministro Canadiense, ha dejado claro que por encima de cualquier sentimiento, está su responsabilidad patriótica de defender los intereses de su país; por lo que sin confrontarse con México, ha expresado “queremos a nuestros amigos mexicanos, pero nuestros intereses van primero”; lo que significa en los mejores términos “que un amigo es alguien que nos conoce, pero nos ama de todas formas”; y no es tanto el amor, si no sus propios intereses, que no son tan fuertes como para cegar al Primer Ministro Canadiense y “jugársela” con México, en contra del país más poderoso del mundo, cuyo territorio colinda al norte con los canadienses y al sur con el muro fronterizo cuya edificación está en curso, para dividir nuestras fronteras.
Y como para saber, la evaluación que se tiene de México desde el extranjero, con relación a la dependencia económica y comercial que tiene con los Estados Unidos de Norteamérica, hay que analizar nuevamente, las palabras de Justin Trudeau, cuando compara a nuestro país con alguien amarrado de un pie y colgando en el exterior desde un rascacielos, cuya vida depende de quién mantenga la soga; y en este caso, México es el que pende de la soga desde un rascacielos, cuyo futuro inmediato y mediato, pende de la mano de Donald Trump y de nadie más. El Tratado de Libre Comercio de América del Norte, ha llegado a su fin por lo que, difícil será para Luis Videgaray Caso, una negociación bilateral México- Norteamericana del TLCAN; pues queda claro, que Canadá ya se abrió y lo que sigue, será un sometimiento absoluto a los intereses gringos, o la desaparición de cualquier tratado que pretenda limitar o amarrar cualquier decisión que sobre el particular llegue a tomar Donald Trump.
Por su parte, el Secretario de Economía de México Ildefonso Guajardo, y el Canciller Luis Videgaray Caso y asesores en economía y relaciones internacionales que forman la comitiva de Videgaray, ya se encuentran en Washington, en espera de las primeras reuniones para conocer en primer término la decisión norteamericana de continuar en el marco establecido para las relaciones comerciales por el TLC firmado en 1992 y vigente de dos años después a la fecha. Dijo Guajardo que si la posición de Canadá y Estados Unidos resulta desventajosa para México, no habrá firma de los representantes de nuestro país, para aceptar “condiciones impuestas” sin opciones negociadoras. Después de la visita de Donald Trump a los Pinos, todavía en campaña, se dijo que el responsable de esa invitación habría sido Luis Videgaray Caso; como consecuencia, Peña Nieto lo mandó a la banca para enfrentar las críticas que recibió el propio Presidente, en lo interno y en lo externo. Después en esa bipolaridad de la clase política mexicana, Peña Nieto reinventa a Luis Videgaray como Canciller; cuya relación con el equipo de Donald Trump nunca se ha ocultado y como buenos mexicanos, pensó Peña Nieto que Luis Videgaray ahora haría valer su “amistad” ante Trump, para un mejor trato para nuestro país.
La mala educación de los gringos, es ampliamente conocida en el mundo; pero la mala educación diplomática de Donald Trump y su gabinete, era de esperarse, por el origen y trayectoria de todos los miembros de su equipo, en cuyas mentes solamente vive la consigna de que “América, es para los Americanos”, sin importarles el trato humanitario que por solidaridad internacional debe otorgar cualquier país, a quien lo necesite. Tampoco importa a los que hoy gobiernan la mayor potencia mundial, que puede disponer en cualquier tiempo de poderosas y sofisticadas armas nucleares; pero también de potentes armas bacteriológicas para acabar con la especie humana en cualquier rincón de la tierra; y con armas tan destructivas que les ha permitido a los soldados norteamericanos, destruir importantes ciudades, bajo el pretexto de combatir el terrorismo; aunque más bien la industria de la guerra es la que patrocina e induce a la beligerancia; para aprovechar y apoderarse siempre, del llamado “botín de guerra”, compuesto de riquezas que incluyen obras de arte, joyas preciosas, oro, plata, diamantes, uranio y petróleo, dependiendo de la codicia que despierte en los gringos cada zona del planeta.
Lo que no se alcanza a comprender, es la actitud y poca capacidad de respuesta del Presidente de la República Enrique Peña Nieto, quien ante tanta majadería de los republicanos; y sobre todo del amenazante Donald Trump, quien con todo y las consecuencias que sin duda le acarrearán sus torpezas en el gobierno, ha cumplido cabalmente y en tiempo y forma, con las amenazas que fueron bandera de su campaña y que hoy se están convirtiendo en una realidad, que agravia a México, que lastima a los mexicanos y que ya está generando graves daños a nuestra economía. Atrás quedó el slogan de campaña de Peña, quien ante Notario Público expresaba “te lo firmo y te lo cumplo”; y ni en campaña ni a cuatro años de ejercicio gubernamental, ha cumplido siquiera el diez por ciento de lo prometido. Pero ni para halagar el cumplimiento de palabra de Trump, porque solo en dos asuntos de vital importancia, su cumplimiento puntual nos cierra las puertas para entrar a Norteamérica por nuestras fronteras, con un grave daño en todos sentidos para las ciudades fronterizas y quienes habitan de lado mexicano; lo otro la salida del Tratado de Libre Comercio, que se ve llegar, de acuerdo con las declaraciones del Primer Ministro de Canadá y el alza de aranceles arbitraria y unipersonal de Trump, constituyen para el buen entendedor, que no desea trato alguno con México y su gobierno.
¿Qué hacen entonces Luis Videgaray Caso, Ildefonso Guajardo y comitiva que los acompaña para establecer las nuevas relaciones comerciales y diplomáticas del gobierno de México con el norteamericano?; porque iniciar la construcción del muro y anunciarla con “bombo y platillo” precisamente el día que llegan los funcionaros mexicanos, es como recibirlos con un portazo en la nariz y hacerlos esperar hasta que toque el turno de la audiencia, que de acuerdo a las condiciones observadas, no rendirá ningún fruto y saldremos de la firma del Tratado de Libre Comercio, para continuar ofertando nuestras exportaciones en un desventajoso “libre comercio”, pero sin tratado. No habrá obligaciones de compra y venta; no habrá aranceles acordados ni exclusividad o preferencia alguna para la compra de nuestros productos; y habrá que pagar, eso sí, puntualmente, los impuestos y derechos que por el nuevo status comercial obliguen a México y liberen a los Estados Unidos.
Necesitamos un Presidente de la República “patriota”, dispuesto a ofrendar su vida en defensa de la nación; a quien no le interese “poseer”, sino “trascender”; que se abstenga de hacer negocios al amparo del poder; que rechace las prebendas para favorecer intereses particulares por encima del interés público; que no resulte un producto de marketing político a quien le interese más su propio ego que el bienestar de la patria; que no se deje amedrentar por los gritos histéricos del coloso del norte; y que si es necesario, grite más fuerte la respuesta de los mexicanos, dispuestos a defender nuestra soberanía y dispuestos a cuidar el patrimonio nacional de todos los mexicanos. Un ejemplo de Presidente patriota, fue el General Lázaro Cárdenas del Río, quien tuvo el valor de emitir el Decreto de Expropiación del Petróleo; que resistió todo tipo de presiones, amenazas e intentos de soborno, pero que se mantuvo firme en la defensa de la gallina que ponía huevos de oro, hasta que llegó el hombre de Atlacomulco y sus gobernadores, cleptómanos insaciables, como resultó ser el doctor Javier Duarte de Ochoa. Hoy no queda más que lamentar el voto tricolor emitido en 2012 y reflexionar muy bien el voto que habremos de emitir en 2018.