Ernesto Contreras y el arte de soñar en otro idioma

“Quería hablar de lo que tiene que ver con nuestros tiempos, sobre aceptar al otro y aceptarnos a nosotros mismos como somos”, dijo el cineasta mexicano Ernesto Contreras en entrevista con Crónica para comenzar a hablar de su más reciente película Sueño en otro idioma, que tuvo su estreno nacional en el marco del Festival Internacional de Cine en Guadalajara.
En ese mismo festival estrenó hace 10 años su ópera prima Párpados azules, un drama romántico que le valió reconocimiento internacional en festivales como Sundance. Desde entonces, ha explorado otras facetas como el documental Seguir siendo: Café Tacvba (2010) y el aclamado drama sexual de Las oscuras primaveras (2014). Sin embargo, su trabajo más ambicioso es su nuevo filme que ya conquistó el Premio del Público en el FICG y en el Festival de Sundance.
“Como director, lo que más me ha interesado es probar diferentes cosas. Distintos géneros cinematográficos, tonos y ritmos, en este caso. Uno sabe de repente cuando tiene la necesidad de hacer tal o cual proyecto, y en este caso fue una apuesta a algo más luminoso y esperanzador, para que la gente pueda reír, se pueda conmover y llorar. Necesitaba de esta película para poder seguir creciendo”, expresó.
Sueño en otro idioma es una película entrañable, que desafía la concepción de la espiritualidad y condena el condicionamiento y adoctrinamiento religioso con la historia de dos hombres mayores, Evaristo e Isauro, peleados desde la juventud posiblemente por causas sentimentales y que el destino les da la oportunidad de reconciliarse gracias a la ayuda de Martin, un joven lingüista que va a buscarlos porque son los únicos que hablan el idioma zacril y él busca rescatarlo.
“Es una película que habla sobre una milenaria lengua indígena que está a punto de desaparecer porque sus dos últimos hablantes se pelearon muchos años atrás y llega un joven lingüista que trata de hacer un registro de esta lengua y se encuentra con que estos viejos no pueden ni verse. La película habla sobre cómo reconstruir esta relación”, destacó el realizador.
“Yo planteaba la construcción de un universo particular para poder contar esta historia. De tal forma, que me encontré con la selva y con ella también recordar mi infancia, yo nací en Veracruz, en el puerto, y me acuerdo de mis viajes a Catemaco y recuerdo los verdes, las montañas, la selva… con esa mirada quería ver la historia de esta película”, añadió.
La película surgió en Grecia, cuando en el Festival de Cine de Salónica, Carlos contreras, hermano de Ernesto, conoció al productor holandés Raymond Van der Kaaij, quien había quedado fascinado con una curiosa historia de un pueblo en Tabasco, donde encontró que dos hablantes de ayapaneco, una lengua indígena, estaban peleados y eso ponía al borde de la extinción el dialecto mixe. El holandés le pidió a Carlos desarrollar el guión y luego Ernesto se sumó como director.
“La desaparición de una lengua tiene que ver muchas veces con la discriminación, con presión social, con presión religiosa o cultural, tiene que ver con migración. Al hablar de este tema nos dio la oportunidad de abrir ese abanico. La película no es sobre un punto en particular (…). La película habla de muchas cosas pero sobre todo sobre la identidad, de inclusión, de adversidad. Es una película que habla sobre el amor pero sobre todo de la amistad”, comentó Contreras.
“Para esta película decidimos crear una lengua por dos razones: primero porque al adentrarse a cualquier cultura nos dábamos cuenta que ellos mismos veían su lengua como un gran tesoro y no sería fácil acceder a que participen, no queríamos que nadie fuera a sentirse usado. Segundo porque estuvo de nuestro lado un lingüista que al principio pensamos haría una adaptación de alguna lengua y que al final inventó un vocabulario completo, y eso fue una gran muestra de disciplina y pasión”, añadió.
El realizador explicó su opinión respecto a la relación del cine mexicano con su audiencia que mantiene un nivel bajo en el mercado: “No creo que el público mexicano no conecte con las películas nacionales. Creo que hay películas para todos y estamos en un momento en que se producen casi 140 al año; algunas de ellas son muy comerciales y otras muy personales; hay cine para denunciar o para divertirse”.
“No le echo la culpa al público sobre el éxito que tenga o no el cine nacional, sino que creo que el problema son las condiciones, si todos tuviéramos las mismas para exhibir nuestras películas se vería el trasfondo. Creo que es injusto culpar al espectador, en la medida que hagamos buenas películas, habrá una buena respuesta de la gente”, concluyó.