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Este como muchos otros dichos provienen de la sabiduría popular y son la mejor forma de explicar algo con el ánimo de aconsejar, prevenir o instruir, de manera que es una expresión que se ha repetido y repetido por generaciones, como un mensaje que ha tenido utilidad personal y su posible aplicación diaria es la principal razón de que se siga diciendo.
Es una frase popular que nace en la cocina y se refiere a cuando un horno tiene demasiada temperatura, no es recomendable introducir bollos para producir pan, porque el alimento se quemará por fuera y no se cocinará su interior.
Y usamos la expresión cuando estamos en una situación complicada y de mucha tensión, y queremos expresar que por esa razón no es el momento oportuno para hacer algo y hay que esperar a que la tensión sea menor.
El tema viene a reflexión por la difícil situación que vive Veracruz, ocasionada por el saqueo de las finanzas públicas por la pasada administración; por el cierre de empresas a causa de la desaceleración económica y la pérdida de los empleos que éstas representan, por consecuencia el aumento del desempleo y de la inseguridad. Todo traducido en hambre, miedo y desesperanza.
Momentos en los que de manera urgente el gobierno debiera estar instrumentando acciones que deriven en el rescate de los sectores sociales y no precisamente por la vía del paternalismo o asistencialismo que han sido sus armas electorales, sino con planes y programas que de manera puntual atiendan el fondo del problema y no sólo la forma; con compromisos de trabajo y participación coordinada con las estructuras de la sociedad para el beneficio de todos.
Pero como estamos en medio de un proceso electoral, “por ley” se suspende todo y se reiniciará en cuanto éste concluya.
Y “todo” tendrá que esperar: los pobres, los desempleados, los enfermos, etc., todos deben esperar para no enturbiar el tema electoral al politizarse algunas actividades o acciones de gobierno.
Pareciera que el tiempo se detiene y sólo importan las campañas electorales en donde los aspirantes a un cargo público recorrerán las calles en busca de la simpatía popular y el compromiso de su voto.
Campañas donde el discurso de comida es un arma letal en la mente de un pueblo hambriento; las ofertas de creación de empleos retumban en el ánimo de los desempleados; las láminas de cartón no sólo resuelven las goteras sino que despiertan la ilusión de una vivienda digna y hablar de mejorar la salud en la casa del enfermo es abrir una esperanza de vida. Todo eso es la campaña electoral, pero lamentablemente la historia nos demuestra que nada de eso es verdad y sólo son mentiras.
¿Y para ese show de falsedades se establece la “veda electoral”? acaso el SAT declara su veda de impuestos, los bancos su veda de cobranza, no hay pagos en la CFE, tampoco el casero nos molestará con la renta, nuestras familias declaran su veda de comer, los malos también se suman a la veda y de pronto todos tenemos un mes completo de paz y felicidad.
Pero no, tristemente no es posible y la única razón de que exista una veda electoral es por la corrupción de muchos funcionarios que han torcido el rumbo de la decencia y se han llenado de lodo las manos. En teoría eso se resuelve con la Ley, pero la ley en nuestro país no resuelve los grandes temas. Por eso crea órganos de vigilancia, contralorías, órganos de auditoría, de fiscalización, etc., que les cuiden las manos a los malos funcionarios como si fuera un salón de kinder lleno de pastelitos y se quisiera evitar que éstos sean comidos por los infantes.
Ya es tiempo de que tengamos funcionarios honestos, éticos, probos, intachables, que lleguen al cargo por merecimientos probados y con un perfil de conocimientos suficientes para el puesto laboral que aspiran. Hombres y mujeres de buena cuna, formados en principios y valores.
Sólo así Veracruz y México saldrán adelante superando todos los obstáculos y mejorando la calidad de vida de sus ciudadanos.
“El horno no está para bollos”, pero los gobiernos, sus dependencias y sus funcionarios, pareciera que no se han dado por enterados y por eso le siguen pellizcando las partes nobles al tigre, provocando que no tardando se escuche el verdadero rugir del pueblo cansado de vivir en una permanente “veda” de soluciones. Es mi pienso.