Marine Le Pen tuvo ayer el detalle de reconocer su derrota nada más salir el primer resultado adverso. Sin embargo, recordó que el 34 por ciento del voto de los franceses es un resultado “histórico y masivo”, que convierte a su formación de extrema derecha en la “primera fuerza de la oposición”, por delante de las formaciones históricas, el todavía gobernante Partido Socialista y Los Republicanos (conservadores).
Combativa, definió el nuevo escenario político francés como una brecha entre “mundialistas y patriotas” y pidió una “transformación profunda” del FN para “estar a la altura de esta oportunidad histórica”, agregó antes de despedirse entre aplausos apagados y gritos de “gracias Marine” de los escasos militantes que habían acudido a escuchar los resultados en la sede de la formación en París.
Jean Marie Le Pen, el fundador del Frente Nacional, expulsado en su día por querer minimizar el Holocausto nazi, advirtió a su hija que ella no está en condiciones de refundar “su” partido y achacó la derrota al “excesivo énfasis que su campaña prestó al euro y a Europa, en detrimento de problemas más urgentes, como la inmigración y el terrorismo islamista”.
