"No somos perros para que nos saquen a patadas de aquí", le dice pescador de Veracruz a Apiver

Tras más de dos décadas dedicadas a la pesca en la zona marítima conocida como «El Espejo», el pescador Gerardo Contreras alias «El Piteco» deberá abandonar su zona de trabajo para permitir que se lleven a cabo los trabajos de ampliación del puerto de Veracruz.
Tiene 75 años de edad y más de seis décadas y media de experiencia como hombre de mar. Sus inicios en el oficio se remontan a la zona de la vieja escollera del puerto.
Asegura que hace varios años, la administración de Puertos Mexicanos lo reubicó a él y a sus compañeros a playa Punta Gorda, al norte de la ciudad, con la promesa de construirles un espigón para reducir la fuerza del oleaje y evitar daños a sus embarcaciones, pero eso nunca sucedió.
«Prometiéndonos un espigón para resguardar las embarcaciones. Cundo vino el huracán Roxana se nos desbarataron tres embarcaciones porque no hicieron el espigón».
Ante la promesa incumplida por parte de las autoridades federales, los pescadores se refugiaron, sin autorización, en «El Espejo», una zona marítima de marea baja que se localiza cerca del fuerte de San Juan de Ulua.
«Si estamos aquí es porque no cumplieron con lo prometido de hacer el espigón, si no ahí estuviéramos».
Reconoce El Piteco que tanto él como sus compañeros se asentaron sin permiso en el lugar que se convirtió en su área de trabajo durante más de 20 años, una fracción de mar que contaba con una importante producción de robalo, mojarra, almeja y sargo. Pero la historia cambió con la reciente ampliación del puerto jarocho.
El día de ayer por la tarde, al llegar a El Espejo, los pescadores notaron que la entrada estaba cerrada con candado, mientras que un guardia de la Administración Portuaria Integral de Veracruz (APIVER) vigilaba el acceso.
Gerardo Contreras señala que tras discutir con los empleados de la dependencia federal, finalmente a los pescadores se les mostró un documento donde se detallaba que el motivo del cierre de la zona de pesca obedece a las obras de ampliación. A los hombres de mar se les permitió ingresar pero únicamente para que retiraran sus lanchas y no volvieran nunca más.
«Les van a abrir para que saquen sus embarcaciones y se vayan a ver dónde, eso nos dijeron, pero se equivoca porque no somos perros para que nos saquen a patadas de aquí, tenemos años aquí para que nos quieran sacar así como así».
Este día por la mañana, El Piteco y otros pescadores de la zona de El Espejo se manifestaron para exigir que APIVER los indemnice con un millón y medio de pesos a cada uno de los afectados que deben abandonar el espacio o que los reubiquen en otra área productiva.