El Papa Francisco urgió hoy a emprender el camino del diálogo y la “amistad social” para encontrar solución a los conflictos en Medio Oriente y en otras latitudes, donde consideró necesario construir un futuro lejano de toda guerra.
Francisco hizo estas consideraciones durante su bendición dominical con el “Regina Coeli” (Reina del Cielo), oración que pronunció asomado a la ventana de su estudio personal en el Palacio Apostólico del Vaticano y ante más de 25 mil personas.
En el momento de los saludos finales, confió a la Virgen, reina de la paz, las suertes de las poblaciones afectadas por guerras y conflictos, en particular en Medio Oriente y se mostró cercano a “tantos inocentes” cristianos, musulmanes o de otras minorías, que sufren “trágicas violencias y discriminaciones”.
Manifestó su solidaridad y agradeció a quienes responden a las necesidades que presentan esas crisis humanitarias.
“Animo a las diversas comunidades a recorrer el camino del diálogo y de la amistad social para construir un futuro de respeto, de seguridad y de paz, lejanos de toda suerte de guerra”, añadió.
Más adelante, el líder católico recordó que este domingo se celebra el día de la madre en muchos países, incluido Italia, y advirtió que el futuro de las sociedades exige de parte de todos, especialmente de las instituciones, una atención concreta a la vida y a la maternidad.
“Si, recordamos con gratitud y afecto a todas las madres, también a nuestras madres en el cielo, confiándolas a María, la madre de Jesús. Y ahora les hago una propuesta: permanezcamos algunos instantes en silencio, cada uno rezando por la propia mamá”, propuso, obteniendo un largo silencio y después un aplauso sostenido de la multitud.
Antes de su bendición, Jorge Mario Bergoglio evocó la fugaz visita apostólica que cumplió este viernes 12 y sábado 13 al santuario de Nuestra Señora de Fátima, ubicado en el corazón de Portugal.
Recordó que allí, 100 años atrás, la Virgen eligió el corazón inocente y la sencillez de los pastores niños Francisco, Jacinta y Lucía, a quienes convirtió en depositarios de su mensaje y lo custodiaron tan dignamente que se convirtieron en modelos de vida cristiana.
Precisó que con su declaración como santos propuso a toda la Iglesia católica que “cuide a los niños”, pero aclaró que su santidad no dependió de las apariciones, sino de la fidelidad y el ardor con las cuales respondieron al privilegio de ver a María.
Según el Papa, tras el encuentro con la “bella señora”, como la llamaban, ellos recitaban frecuentemente el rosario, hacían penitencia y ofrecían sacrificios para obtener el final de la Primera Guerra Mundial y por las almas más necesitadas.