El próximo día 30 de mayo del año en curso, se cumplirán treinta y tres años del proditorio asesinato, del periodista Manuel Buendía Tellezgirón, ocurrido en un estacionamiento ubicado en la zona rosa del Distrito Federal, donde guardaba su coche, muy cerca de su despacho profesional. La hipótesis más difundida sobre los motivos para el crimen, fue lo publicado por el periodista Jack Anderson en el diario estadounidense The Washington Post, acerca de un depósito bancario, en Suiza, atribuido al Presidente de la república Miguel de la Madrid Hurtado.
La cifra multimillonaria depositada en Suiza, se difundió por los enemigos políticos del licenciado De la Madrid; y a su vez los detractores de Buendía, acusaron al periodista de haber enviado la información a su colega Anderson, quien asestó el golpe político al presidente, cuando concluía el segundo año de su periodo gubernamental.
Lo escrito sobre el asesinato, por el finado columnista Miguel Ángel Granados Chapa, quien fue distinguido con el Premio Nacional de Periodismo, el premio Universidad Nacional y la medalla Belisario Domínguez, entre otros reconocimientos; por la cercanía que tuvo con el periodista Manuel Buendía Tellezgirón y por su actuación ética y profesional, seguramente corresponde a la veracidad de los hechos.
Y Granados Chapa en su libro titulado “BUENDÍA. El primer asesinato de la narcopolítica en México”, relata lo que la opinión pública y fuentes gubernamentales difundieron, atribuyendo la “autoría intelectual” al licenciado José Antonio Zorrilla Pérez, titular de la Policía Política conocida como Dirección Federal de Seguridad; de los autores materiales, se dijo que fueron policías bajo las órdenes del licenciado Zorrilla.
A partir de la muerte del periodista Buendía, el número de periodistas asesinados en México, ha tenido un incremento imparable; ya que según registros de la Federación Internacional de Periodistas, con sede en Bruselas, Bélgica, México se ubica en tercer lugar; sin contar las amenazas, intimidaciones, censuras del gobierno y hasta “cierta complicidad” y protección de algunos mandos policiales vinculados al crimen organizado. Varían las cifras publicadas por diferentes medios, sobre el número exacto de periodistas, reporteros, fotoperiodistas, camarógrafos, comentaristas, directores de medios, redactores, columnistas y todas aquellas personas que de una u otra manera, trabajan en el rubro de la información, todos ellos asesinados por miembros del crimen organizado y de la delincuencia en general.
Las comisiones para la protección y defensa de los periodistas; así como las oficinas creadas en la PGR y Fiscalías estatales, para la investigación y seguimiento de ataques a la prensa, no han dado los resultados esperados por el propio gobierno y por la sociedad. Con lo que queda demostrado una vez más, que la Inseguridad que se vive en México, es producto de la Corrupción Oficial y de la Impunidad en que viven los delincuentes.
Los ataques contra periodistas se siguen dando día con día, sin que logren los grupos criminales silenciar a la prensa; lo único que han conseguido los autores intelectuales y materiales de los homicidios a los comunicadores, es enlutar los hogares de más de un centenar de familias que sufren por la muerte y desaparición de sus seres queridos, cuya única culpa fue dedicar su intelecto y su trabajo cotidiano, al ejercicio periodístico.
Y como lo han señalado las agrupaciones de comunicadores: “”La verdad, no se mata, con la muerte de un periodista””; y habría que agregar que después del Primer Asesinato de la Narcopolítica en México, cometido en la persona de Manuel Buendía Tellezgirón, (hace 33 años), se han multiplicado los actos criminales en agravio de la prensa, por la tolerancia del gobierno que ha permitido la proliferación de Crímenes Sin Castigo.





