Mujeres políticas, al ataque

El político, dice: -No me den; pónganme donde hay. La mujer: -Pónganme donde hay, yo sabré cómo hacerle. El asunto de María Georgina Domínguez Colio, es más que elocuente. Quienes la conocimos desde antes y luego la vimos gozando el ‘pinche poder’ con Fidel y su esposa, con Duarte y Karime, nos dimos cuenta del cambio, tanto en sus facciones físicas como en su manera de ser: arrogante, soberbia, petulante; mirada perdida para no ver ‘pa bajo’. Pisaba la tierra porque no tenía alas para volar. Al fin vicegobernadora que era. Manejó el dinero, el poder y vidas de sus subalternos y pares, en el gobierno, a su antojo. Engreída y presuntuosa; estaba como endiosada. Tener dinero cambia a la gente. Se hinchan y son jactanciosos y las mujeres, peor y más si ese dinero no es suyo. La mujer es excelente en el manejo de los gastos en el hogar. Es cuidadosa, meticulosa, majestuosa, sublime tal vez. El caso Gina, exvocera del delincuente que se hace loco en una cárcel de Guatemala, es especial. Por lo pronto purgará una condena de un año por diversos delitos en la cárcel de Pacho Viejo. El principal, enriquecimiento ilícito.
Pero a nivel local no sólo ha sido Gina la que probó lo que es manejar dinero, hay otras mujeres que, aunque no han pisado la cárcel, cometieron tropelías mientras tenían el poder político. Está Karime, la esposa del gobernador que le hace al loco. “La primera dama”, manejó a su antojo y sigue manejando enormes cantidades de dinero y negocios que hizo cuando estuvo en el poder junto con su esposo. Ya se ha consignado en la prensa sus andanzas desde que fue presidenta del DIF estatal. Sus locuras, sus vanidades, sus lujos, su poder. Está libre de la justicia. Goza de mando y anda a salto de mata, recorriendo el mundo cargando su fortuna a sus tres hijos y su parentela.
En la otra esquina aparece la exalcaldesa jalapeña Elizabeth Morales, antecesora de “el hombre del gasoducto”, Américo Zúñiga. Mujer conflictógena, de conducta frívola. Amante de mujeres hermosas (Michel Servín, Shariffe Osman y otras). Siempre elegante, con zapatillas marca Prada (carísimas; Chedraui no las vende), llegó a la explanada del Palacio Municipal el 29 de septiembre del 2011 para aclarar lo de las fotografías y videos que circularon en redes sociales en donde aparece, en forma galante, abrazando y besando a su novia Shariffe. Pidió disculpas, por teléfono, a reporteros diciendo que no se volvería a repetir… (Circuló un correo firmado por Laura: “Qué asco de gente, siempre robando y aprovechándose de un puesto para sus sucias artimañas”).
Dejó a Jalapa con calles llenas de baches. El programa “bachatel” fue un profundo fracaso. Importantes calles tuvieron que ser cerradas porque supuestamente estaban trabajando, sin concurso, algunas constructoras. Hubo ingobernabilidad por la corrupción, señalada por enriquecimiento ilícito con sus oscuros negocios en donde estuvieron involucrados funcionarios municipales que robaron, extorsionaron y traficaron en abierto, los recursos del Ayuntamiento. Entre ellos, Noel Miranda Mendoza, él cobraba los diezmos para entregárselos a Elizabeth. Duarte entregó en julio del 2012, doce camiones para eficientar el servicio de limpia pública. Para ese entonces, Elizabeth Morales negoció el precio en la adquisición de las unidades y bajó un recurso federal etiquetado para la compra de éstos. Negocio redondo de la alcaldesa, pues fueron millones de pesos que se esfumaron para ir a parar a las cuentas de Elizabeth. Pero los negocios de la munícipe estuvieron también en la adquisición de computadoras, donde cosechó un valioso diezmo. Recibió 10 millones de pesos, como compensación por dar permisos y designar a Fernando Padilla y su constructora “Grupo COCEI”, la que con Fidel Herrera Beltrán obtuvo contratos por más de 1,500 millones de pesos. Los diez millones fueron entregados a la alcaldesa en su propia oficina y la presidenta metió los billetes en una bolsa de basura de color negro la cual fue llevada a guardar en una de sus casas de seguridad en el Fraccionamiento La Marquesa, en donde escondía su enorme y acaudalada cuenta personal en efectivo.
Miles de jalapeños celebraron el día en que este liviano personaje bipolar dejó la Presidencia con una estela de corrupción y enriquecimiento ilícito. Le entonaron la canción “Rata de dos patas”, debido a la enorme fortuna que logró amasar en dinero, en la compra de residencias, antros, constructoras y vehículos para ella y su familia que también cosecharon en el Ayuntamiento. Uno de los líderes del Frente de Defensa Popular (Fredepo), Carlos Hernández Arriaga, abrigó la esperanza en “el hombre gasoducto” y el Órgano de Fiscalización Superior (ORFIS) para que auditaran a Elizabeth, pero su petición fue en vano. Existe la inquietud de que lleguen MORENA o Mirian, para meter en la cárcel a esta mujer de marras.
Aparece también en la mira Rosita Borunda, la mujer que se la pasó haciéndose la mártir, la sufrida, la enferma, por soportar a su marido quien fingió ser “Gober Fogoso”. (Decía el maestro Guillermo Zúñiga (+): “Puro cuento de este cabrón”. Mientras la Borunda, como se le decía, cuajaba los negocios con dinero del erario público. Hija de políticos norteños sabía cómo muerde la iguana en Veracruz. Era la tesorera personal del “Negro” de Nopaltepec. Miles de millones pasaron por sus manos y nadie se daba cuenta. Viajaba a escondidas a Europa y Estados Unidos. Abrió todas las cuentas bancarias que pudo, sobre todo en España, para que su esposo dijera: “A mí, que me registren”…
Marilda Rodríguez Aguirre, “El lado oscuro del PRI”, la llama la periodista Claudia Guerrero. Y no es para menos, sus andanzas políticas al lado de su esposo, el alcalde de Alto Lucero han desviado recursos del Ayuntamiento alteño para gastarlos en un rancho que tienen en la zona que del mismo material con que construyeron algunas obras públicas, realizaron adecuaciones a su propiedad. Todo está a la vista y los “del Alto” lo saben. Buscó a toda costa incrustarse en la Secretaría del PRI, pero le falló. Sin embargo, gastó todos los recursos habidos cuando fue titular del Instituto Veracruzano de Desarrollo Municipal y en su paso por otras dependencias. Le encanta manejar el dinero ajeno. Fue beneficiada por la fidelidad y por el duartismo. “Es una mujer que trae una voracidad de poder que la está consumiendo” al grado que ahora es candidata del PRI a la sindicatura del ayuntamiento de Alto Lucero. Mientras, se dedica a dirigir, más bien a gastar lo poco que le queda al DIF municipal, pues ella es titular.
Fue señalada en diciembre 2016, en la comparecencia del exsecretario de Gobierno, Genaro Mejía, por el desvío de recursos en el INVEDEM para sus fines personales. También la señaló el diputado local Sergio Rodríguez. La vida de Marilda, está llena de trastupijes con los dineros públicos. De llegar a la sindicatura de Alto Lucero, buenas cosas le esperan a esa gente.
Hay más damas que han tenido el poder político y el dinero en Veracruz. La verdad es que sería larga la lista, por ejemplo dos alcaldesas: una en el Puerto de Veracruz y otra en Minatitlán que cobró un puente pero nunca lo construyó, todo ocurrió en el fidelato con el disfrute del “pinche poder”.
A nivel nacional podríamos escribir de Ivonne Ortega, ex gobernadora de Yucatán, quien dejó en ruinas a los nobles yucatecos, (Lana, mucha lana se llevó. Cirugías plásticas desde la cabeza hasta nariz, labios, senos, ombligo, más abajito, piernas, pies, uñas y talones) igualito que Duarte a los veracruzanos, o quizás peor. O hablar de la diputada priista Carmen Salinas, “La Corcholata”, quien se la pasa durmiendo en las sesiones y cobrando puntualmente sus quincenas: “No la hagan de pedo. No tengo iniciativas. Voy a llevarme un catre a la Cámara para echarme a dormir”. Tal vez recordemos a doña Griselda Álvarez (+), exgobernadora de Colima, la primera gobernadora que sintió el poder y la lana a montones y no supo qué hacer, más que robar y comprar ranchos y propiedades. Y a lo mejor de doña Beatriz Paredes Rangel, que cuando fue gobernadora hipotecó a Tlaxcala. Hay un mundo de mujeres políticas que manejan mucho dinero y poder en México y Veracruz, y no les alcanza. A mí no me den. Ojalá me pusieran donde hay, pero…
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