"El dolor es muy difícil de soportar", dice padre de la joven que murió atropellada en la carretera Veracruz-Xalapa

Juan José Hernández nunca imaginó que aquella mañana de miércoles 31 de mayo, en la carretera federal Veracruz-Xalapa, sería la última en la que vería con vida a su hija Grisel Carmín Hernández, una estudiante que murió atropellada y cuyo caso continúa impune.
«Hay corazones que en vez de partirse se congelan», publicó en su cuenta de Facebook por última vez la jovencita de 17 años de edad, a quien un camión urbano, manejado por un temerario chofer, le arrancó la vida.
Tenía un futuro prometedor la alumna del grupo 203 del área de informática del Colegio Nacional de Educación Profesional Técnica (CONALEP). Era estudiante de buenas calificaciones, pues incluso hace algún tiempo fue admitida en el programa del Viaje de la Superación Ciudadana, relata su padre.
«Se llevó el viaje de superación, una niña excelente en calificaciones, una niña bien», expresa Juan José antes de derramar algunas lágrimas. El hombre no puede más, un nudo en la garganta le impide hablar y aunque se muerde los labios para tratar de contener el llanto, le es imposible continuar charlando, su estado ánimo cambió hace dos días.
El acongojado hombre asegura que «como está la delincuencia media difícil», todas las mañanas a bordo de una bicicleta llevaba a su hija a la parada del camión, localizada en la carretera federal Veracruz-Xalapa.
Aquel miércoles el itinerario fue el mismo: de la casa a la carretera, en dos ruedas.
Pasaban de las 06:15 horas cuando padre e hija se despidieron, por última ocasión. La hija continuó su camino rumbo al CONALEP y el padre retornó a su vivienda.
Casi cinco minutos después, Juan José recibió una inesperada llamada telefónica, «señor, su hija tuvo un accidente», le indicó la voz de un joven compañero de Grisel. El ciudadano dio media vuelta y pedaleó la bici con todas sus fuerzas, como queriendo acortar el tiempo, su intención era llegar lo más rápido posible para socorrer a su niña.
El corazón del hoy afligido padre palpitaba con fuerza en aquel momento, pero al llegar al lugar del accidente, ya era demasiado tarde, ella, su niña de 17 años de edad, había fallecido.
Los restos de la joven quedaron sobre el asfalto, en medio de un charco de sangre y ante los ojos curiosos de los testigos que presenciaron el deceso. El fuerte impacto del camión urbano provocó la muerte instantánea de Grisel.
Dos días después del accidente no hay detenidos y de las características del camión no se sabe nada, salvo que se trató de una unidad de la ruta Saeta, pues así lo reportaron algunos testigos presenciales.
Hoy, Juan José llora la perdida irreparable de su hija. En medio del dolor que le aqueja a él y a su familia, busca respuestas a las dudas que le generó el fatal percance. Manifiesta que muy probablemente el conductor del camión manejaba con temeridad y no respetó la preferencia que tienen los peatones.
«Porque si hubiese estado esperando el semáforo bien, el autobús, no creo que la hubiese impactado de tal manera, porque murió instantáneamente».
Finalmente, el padre de Grisel pidió a las autoridades que el caso de su hija no quede impune, pues como dice él, «el dolor es muy difícil de soportar».
«Pues la familia, está dolida la familia, nosotros creemos en un dios que todo lo hace y todo lo puede, pero si también llamamos a las autoridades porque el dolor es muy difícil de soportar y así como mi niña, muchos más, muchos más, jóvenes que por un descuido».