De plagas y plaguicidas en la política

La invasión de plagas en la política ha generado una descomposición social que se bifurca, por un lado los políticos, y por el otro, la sociedad civil. Pero fuera de los grupos o comunidades de personas tocadas por la política, los demás, en lugar de promover su participación en el proceso electoral en curso, para vigilar que cuando menos se cumplan las leyes electorales y se respeten las garantías constitucionales para emitir el voto libre, secreto y sin coacción o violencia, en la eleccion del próximo primero de julio.
Hay quienes todavía recuerdan la eleccion presidencial del año 2000, en la que a los estrategas del candidato del PAN Vicente Fox, se les ocurrió plantear la necesidad de alcanzar una “transición democrática” para sacar al PRI de Los Pinos, romper con su hegemonía política desde su fundación en 1929 y valorar un nuevo gobierno, con supuesta ideología alineada a la derecha, es decir, alineada al capitalismo y a la tecnocracia dominante en el proceso de generación de la riqueza y de su distribución discriminatoria, siempre en favor de los dueños del capital y nunca compensatoria de la segregación social para favorecer a los que nada tienen.
A ese fenómeno se le llamó “efecto 2000” y al arribar el siglo XXI, los mexicanos interesados en la política, vitorearon a Fox y festejaron la derrota del viejo PRI. Lo que nadie pensó fue que en doce años de malos gobiernos panistas, después de Fox, Calderón Hinojosa, los electores regresarían al PRI al Palacio Nacional y a Los Pinos; la llegada del licenciado Enrique Peña Nieto, alegró y animó a los políticos del nuevo PRI, quienes seis años después, por su ambición desmedida y el atesoramiento de la riqueza pública sólo generaron mayor empobrecimiento y dieron lugar al “efecto cucaracha”, con la consiguiente estampida de miembros de la delincuencia política, nefastos y contaminados con la cleptomanía que hoy tiene en prisión al ex gobernador de Veracruz, doctor Duarte de Ochoa y al ex gobernador de Quintana Roo, doctor Roberto Borge, ambos políticos generadores de una mala imagen para su partido.
Ahora el mayor miedo de los militantes y simpatizantes del PRI, es el impacto con organizaciones sociales interrelacionadas con una causa común, que vaya a generar un efecto multiplicador, como el que pretenden los chairos en favor de López Obrador, lo cual posibilita el regreso del PRI a la banca y quizá ésta vez sea al infinito.
La descoordinación del equipo de campaña de Meade y los choques entre priístas de diversas generaciones y grupos políticos, obstaculizan el buen trabajo que habían preparado los viejos dirigentes del PRI, siempre y cuando hubieran llevado a un político de carrera como abanderado tricolor a la presidencia de la República. Lo más urgente por ahora, es conciliar entre la militancia y liderazgos del PRI, reservando posiciones para los fieles tricolores, en lugar de comprometer candidaturas a los chapulines o saltimbanquis de la política. El que traiciona una vez, traiciona siempre; y por ello es la hora de alerta para los que van a decidir.
No es posible otorgar dos diputaciones plurinominales a ex panistas vergonzantes como Gabriela Cuevas y Javier Lozano; la primera por Morena y el segundo por el PRI, los eternos enemigos de la izquierda rancia de México.
La alerta política ciudadana, se cancelará cuando se conozcan los listados completos de los candidatos al Senado y a las Diputaciones Federal y Local; más entonces ya será tarde para una corrección o modificación de las listas de candidatos y la decepción de militantes y simpatizantes, saldrá por la puerta trasera para decir adiós a los buenos tiempos de la política.