Podremos estar en contra de muchas acciones del gobierno estatal. El tema financiero aún no se ha resuelto del todo y la inseguridad es aún una asignatura pendiente. Lo bueno es que se percibe voluntad de resolver esos asuntos y eso es bueno.
Pero acaso el hitazo que se anotó el gobernador Miguel Ángel Yunes Linares fue la conclusión de la Torre Pediátrica. Seríamos muy mezquinos en no reconocerlo.
Vimos las imágenes de la inauguración. Hay equipo médico de tecnología de punta. De primer mundo.
Lo admitimos: luego de haber sido un monumento a la corrupción, dicho nosocomio se convirtió en todo lo contrario: un santuario médico para la población más sentida y más sensible: los niños y niñas. Quienes somos padres sabemos lo que eso significa.
Fernando Gutiérrez Barrios sólo gobernó dos años, pero ha sido bien recordado por dos grandes obras con gran sentido social y humano: la carretera a Alto Lucero y el Centro de Especialidades Médicas “Doctor Rafael Lucio”.
Los habitantes de Alto Lucero se quejaban de que estando tan cerca de la capital veracruzana, tenían que tardar muchas horas para trasladarse y en casos urgentes (emergencias médicas, sobre todo) sólo con avionetas era posible transportarse.
Hubo un accidente de carretera muy trágico cerca de Xalapa y muchas personas fallecieron por la falta de una atención oportuna. Las salas de urgencias del IMSS y el ISSTE no se dieron abasto. Un grupo de ciudadanos solicitó a Gutiérrez Barrios la construcción de un centro hospitalario que atendiera a la demanda creciente de atención en casos de siniestros de proporciones mayores.
En ambos casos, los veracruzanos obtuvieron respuesta.
Es bien cierto que Yunes Linares no ha sido monedita de oro para caerle bien a todos, pero es preciso admitir que de no ser por él, no hubiera sido encarcelado Javier Duarte de Ochoa. Y gracias a que se ha recuperado dinero producto de la corrupción de Duarte y los duartistas, es que se ha podido construir o concluir obras como la de la Torre Pediátrica.
Decía un slogan gubernamental de la década de los 70s que también hay que contar lo bueno. Y mal haríamos los medios en sólo fijarnos en los tonos grises. Eso no es ético, y jamás lo haríamos.
Ya habrá tiempo para seguir ejerciendo la crítica, que a final de cuentas esa es la función primordial del periodismo. Pero si nos enfrascamos sólo en lo que está mal, perderíamos lo más valioso de esta noble profesión que es la objetividad y el profesionalismo.