Desmemoriado y sin vergüenza es lo menos que se puede decir de Ricardo Anaya Cortes, quien ha tenido la osadía de amenazar al Presidente de la República Enrique Peña Nieto, con privarlo de su libertad, meterlo a la cárcel, por imputaciones hasta hoy sin sustento, de supuestos delitos durante el desempeño de su importante cargo.
Se le olvida al candidato de la coalición PAN – PRD – MC, el contenido y alcance del artículo 108 constitucional, que delimita las acciones penales en contra de quien desempeñe el cargo de Presidente de la República, a la comisión de delitos graves durante su ejercicio o al hecho que constituya “Traición a la Patria”, fuera de esas dos hipótesis, ningún presidente mexicano podría ir a prisión y mucho menos, recibir las amenazas y denostaciones públicas que ha proferido en contra de Peña Nieto el acelerado Campeón de la Traición Ricardo Anaya Cortes.
La ignorancia es atrevida; y en el caso de Ricardo Anaya, resulta desafiante, llena de rencor y muestra a un hombre que desconoce la templanza y los principios elementales de autocontrol que en un hombre político, resultan indispensables para no incurrir en los yerros que desatan las pasiones, luego mostrar arrepentimiento, hasta terminar retractándose y pidiendo perdón por las ofensas irreflexivas.
Ricardo Anaya Cortes ha incurrido con las diatribas contra el Presidente Peña Nieto, en la comisión del delito de: “Amenazas” que el artículo 282 (reformado) del Código Penal Federal, tipifica para “cualquiera que amenace a otro con causarle un mal en su persona, en sus bienes, en su honor o en sus derechos, o en la persona, honor, bienes o derechos de alguien con quien esté ligado con algún vínculo” por ejemplo las calumnias de Anaya por el tema de la Casa Blanca que en su momento quedó debidamente aclarado y archivado como caso cerrado.
Y las agravantes pormenorizadas en los preceptos que siguen al numeral 282 antes comentado, dan la pauta para proceder en forma inmediata por la PGR en contra del joven candidato traidor, pues las pruebas de su proceder fueron difundidas a través de los medios de comunicación, electrónicos, impresos y por internet.
Más vale para don Ricardo Anaya, que recurra a su defensor voluntario Diego Fernández de Ceballos y que lo mantenga tan cerca como al Santo de su Devoción, ya que en México existe un refrán popular que sentencia: “ El que se lleva, se aguanta”