Al inicio de campañas, llegan cansados y sin ilusiones los cuatro aspirantes presidenciales; el pueblo se siente traicionado y sin ilusiones.
El tan esperado inicio de las campañas políticas ha comenzado, sin pena y sin gloria, sin novedad alguna que represente una verdadera opción de cambio democrático, que permita la solución de los grandes problemas nacionales que bien podrían puntualizarse en dos rubros, el que contiene el cúmulo de necesidades de los 50 millones de marginados sociales que sobreviven en el país; y el otro rubro relativo a la inseguridad que abarca a todos los habitantes de México, incluidos los visitantes y refugiados extranjeros, los cárteles de la droga, traficantes de personas a quienes no se les escapan niños y niñas, jóvenes y adultos, que van incrementando día con día la lista de desaparecidos; y todo esto con una incompetencia oficial, que se concreta a mirar y dejar pasar a los autores intelectuales y materiales de la criminalidad, que opera con toda impunidad en un clima de corrupción institucionalizado.
De esos dos grandes problemas, ningún aspirante presidencial, cuando menos en los primeros actos de la campaña oficial, se ha comprometido con el pueblo. Ricardo Anaya pretendiendo copiar el estilo de campaña de Donald Trump, comenzó con el hoy famoso Hackaton que solo los millenials comprenden y que el grueso de la población ignora.
Andrés Manuel López Obrador, no pierde el sentido del humor y aunque no oferta nada serio a cambio del voto, continua promoviendo el amor y paz y a diferencia del tabasqueño de hace 18 años, hoy se dice amigo de los más ricos y los más pobres de México.
Margarita Zavala en un desangelado inicio de campaña ante el “Ángel de la Independencia”, se concretó a insistir en reconstruir al país bajo el esquema de aplicar los principios filosófico-políticos del partido Acción Nacional, sin deslindarse del lastre del ex presidente Calderón.
A José Antonio Meade Kuribreña, serio, preparado, todo un profesional de la Administración Pública y la política, le sigue faltando el arrojo necesario para despertar la esperanza perdida de los mexicanos, necesitados todos de un gran líder que sin poses demagógicas anuncie la nueva ruta que habrá de seguir el país de libertad, igualdad, prosperidad y justicia que todos anhelamos. Ojalá que en los próximos días las diosas de la Sabiduría Atenea y Minerva iluminen a nuestro candidato para asegurar su victoria.





