Los medios y la carrera presidencial

Las libertades de pensar, escribir y publicar las ideas de los mexicanos, son el pilar fundamental de la democracia; dado que la intolerancia de los gobernantes que se han propuesto restringirlas o de plano acabar con ellas, han fracasado siempre en su intento de silenciar liderazgos y medios de comunicación pues el pueblo en su mayoría se ha manifestado dispuesto a sacrificar su existencia, en aras del conocimiento de la razón, si fuera necesario, para defender sus ideas y el derecho de todo ser humano a escribir y publicar sus pensamientos.
Por fortuna hoy en México, existe una libertad de expresión que además del basamento constitucional de los artículos 6 y 8 de la Ley de Leyes, encuentra en el Máximo Poder Judicial representado por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, la interpretación más amplia que legal y políticamente puede haber; a pesar de las restricciones impuestas por el INAI en materias consideradas estratégicas o de seguridad nacional.
Por ello no se justifican de manera alguna, los atentados en contra de los medios de comunicación, que han causado la muerte de valientes comunicadores.
Las campañas políticas en las que se disputa el triunfo para llegar a Los Pinos, dentro de la mediocridad de sus impulsores y patrocinadores, persisten en la idea de denostar al contrario, mediante la compra y manipulación de espacios de la comunicación, como única forma de obtener la ventaja que con la presentación de encuestas pagadas por sus favorecedores, esperan asegurar el voto ciudadano que les de la mayoría el próximo primero de julio.
Solo que se han olvidado que la libertad de expresión y de imprenta que sirvieron para la transición democrática del año 2000, tomó por sorpresa la división interna del PRI, pues los partidarios del ex presidente Salinas y los seguidores del ex presidente Zedillo, más los dolientes del proditorio crimen de Colosio, facilitaron las condiciones para la llegada del candidato del PAN Vicente Fox Quesada, quien a su paso sexenal por la presidencia, como chivo en cristalería, estuvo a punto de acabar con todo lo construido por los hacedores del México postrevolucionario.
Hoy sin contar a los tránsfugas y trapecistas desertores del PRI, se puede afirmar que se conserva en esencia la unidad nacional que constituye el voto duro del PRI, con el que Pepe Meade, aplicando un sprint, puede ganar la carrera para convertirse en el sucesor de su mentor Enrique Peña Nieto.