El buen gobernante no practica la demagogia, ni la tolera

Recién cumplidos 150 años del proditorio asesinato del presidente mas popular de los Estados Unidos Abraham Lincoln, (nada que ver con el antipático-bipolar Donald Trump) vale la pena recordar una frase de Lincoln, que seguramente desconocen López Obrador y Ricardo Anaya, ambos catalogados como “los grandes demagogos” de esta campaña.
“”La DEMAGOGIA es la capacidad de vestir las ideas menores con las palabras mayores””
Y en el caso de AMLO, ofrece resolver todos los problemas de los mexicanos, sin una convocatoria para incrementar la producción nacional para satisfacer las necesidades de “Alimentación, Salud, Empleo, Educación, Vivienda y servicios públicos”, sino comprometiéndose a disponer del presupuesto público y los bienes del estado, para repartir dádivas a aquellos que estén dispuestos a estirar la mano con un mínimo esfuerzo y solo a cambio de su voto en favor de MORENA. Demagogia pura.
Ricardo Anaya de la alianza PAN PRD MC, ofrece un gobierno de coalición, mezclando el agua y el aceite, solo para repartir el Poder Público, como migajas de un pastel, para que sus aliados disfruten del presupuesto público y el pueblo permanezca en el abandono, aumentando su pobreza y marginación; sin respeto a los derechos humanos tutelados en la Carta Magna. El colmo de Anaya es pedir el Voto Útil para él, de los indecisos y priístas sin convicción; para que ese Voto Lastimero, ayude a su ambicioso proyecto.
Lo primero que debe tener en cuenta aquel que aspira a gobernar a su pueblo, es el convencimiento de su vocación de servicio, que significa tener plena conciencia que al resultar electo para una función pública, se convierte en un “servidor del pueblo”; en el entendido de que el mandante es el pueblo y el mandatario o mandadero de la ciudadanía es el gobernante.
Necesitamos buenos gobernantes que con vocación de servicio, escuchen las demandas del pueblo; convoquen a los opositores para oír sus propuestas y comprometer acuerdos de solución; incentivando el trabajo y prohibiendo las dádivas clientelares; rodeándose de buenos colaboradores, profesionales y éticos; impulsando la educación y el conocimiento de la juventud; aceptando la pluralidad y la diversidad; combatiendo la corrupción; impartiendo justicia; privilegiando a los desprotegidos (ancianos, niños y discapacitados); convertir los actos de gobierno en: “Hechos, no palabras”.
Solo sin DEMAGOGIA, los mexicanos saldremos adelante.