Luego de que fue exhibida la compra de una residencia de 12 millones de pesos por parte de la rectora de la Universidad Veracruzana, Sara Ladrón de Guevara, ahora pretende, muy listilla ella, escudarse en que se ejerce “violencia de género” en su contra.
En lugar de ofrecer una explicación fehaciente sobre cómo un matrimonio –pues la propiedad la adquirió junto con su esposo- que se ha dedicado al servicio público toda su vida, aunque sea en cargos directivos, cuenta con recursos para adquirir una mansión cuyo valor está muy por encima de lo que un funcionario recibe como pago por su trabajo, Sarita prefirió echar mano al “argumento” de moda para no rendir cuentas: que la “atacan” por ser mujer y porque estamos en “tiempos políticos”.
Ninguna mujer y ningún hombre que se dediquen a administrar recursos públicos tienen por qué estar exentos del escrutinio público. Y menos cuando de la noche a la mañana su peculio se incrementa de manera “asombrosa”.