Le asiste totalmente la razón al historiador Enrique Krauze al decir que la corrupción de Javier Duarte, su esposa Karime Macías y su séquito de ladrones representan el clavo más importante en el ataúd del PRI.
No supieron verlo desde que era ya más que evidente la descomposición, por lo menos desde mediados de 2015, y cuando quisieron reaccionar el daño estaba hecho: el PRI perdió el mayor número de gubernaturas en su historia en las elecciones de 2016, incluida, por supuesto, la de Veracruz.
Pero el daño fue más allá de lo que en la cúpula priista previeron y, al parecer, es irreversible. El PRI se encamina para perderlo todo en las elecciones de este año: la mayoría en el Congreso de la Unión y en los congresos locales, todas las gubernaturas en juego, y por supuesto, la Presidencia de la República.
“Fue una vergüenza histórica para México”, dijo Krauze este martes en Veracruz. Y las consecuencias se pagarán durante un largo tiempo.